El salón de actos de la Residencia Reina Sofía se llenó ayer por la tarde de personas llegadas de muchas partes del planeta dispuestos a recibir uno de los diplomas que aseguraba que han realizado uno de los cursos que impartió Cáritas durante el pasado año en el Centro Socioeducativo Betania de Cas Serres.
La mayoría eran de Senegal, Mauritania y Marruecos, aunque también han pasado por el centro bolivianos, ecuatorianos, uruguayos, argentinos, ucranianos, checos, italianos, alemanes, búlgaros y polacos. En total, según la educadora social Clara Vicente Solá han sido 173 las personas que han completado con éxito los cursos de inglés, catalán, alfabetización, informática, castellano 1 y castellano 2 y el taller de comunicación que han impartido conjuntamente la propia Clara, María Eugenia y Coba.
Las tres se vieron ayer arropadas durante el acto por el director de Cáritas, Joan Marí y por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura y por algún que otro voluntario de la organización. Precisamente uno de ellos, Toni Torres, fue el que mejor resumió la importancia de estos cursos cuando a la entrada contaba que a él cuando llegó a Alemania de emigrante no le dejaron hacer un curso de soldadura y por eso no pudo integrarse correctamente. Por eso, ahora ayuda en todo lo que puede en Cáritas, para que no les pase lo mismo a los que vienen de fuera porque «aprender un oficio es cómo un arma pacífica para salir adelante».
Algo a lo que también se refirió el director de Cáritas, que destacó el trabajo que ha venido desarrollando Betania desde que se puso en marcha hasta convertirse en algo emblemático para la asociación en Eivissa. Según Marí, aunque en un principio estaba pensado para dar educación a los niños que no tenían colegio en un barrio tan complicado como Cas Serres, a día de hoy, «se ha convertido en un elemento fundamental para la integración de inmigrantes basándose en valores tan importantes como la tolerancia, la solidaridad y la cooperación, ayudando además a luchar contra la exclusión y la marginación social».
En este mismo sentido, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, afirmó, micrófono en mano, que «se sentía especialmente orgulloso por ver como Cáritas daba un paso más en su trabajo por ayudar a las personas que más lo necesitan, aunque no un paso cualquiera, sino uno basado en un abrazo de acogida de una sociedad como la ibicenca hacia los inmigrantes que vienen de otros países».