Ana Ferrer Mezquida estaba en clase de Ciències del Món Contemporani en el instituto Xarc cuando recibió un mensaje de texto de su madre en el que le informaba de que había sido seleccionada para participar en la edición de este año de la Ruta Quetzal BBVA, un programa de estudios y aventura que este año recorrerá Perú siguiendo los pasos de Baltasar Jaime Martínez Compañón (religioso español que fue obispo de Trujillo en ese país).
«Cuando recibí el mensaje del 'sí' no me lo podía creer. Salí de clase, llamé a mi madre, me dijo que era verdad, que estaba seleccionada, y nos pusimos a llorar las dos. Entré otra vez en clase, se lo dije a mis compañeros y todos dijeron que se querían ir conmigo», explica esta estudiante de Santa Eulària, que cuenta con emoción cómo prepara esta aventura. «He estado mirando opiniones en foros y, por ejemplo, el año pasado tuvieron que caminar durante 12 horas bajo la lluvia. Sé que será una experiencia única y muy dura, pero tengo muchas ganas de participar. Cuando mi madre me lo comentó pensé '¿y por qué no intentarlo?'»., confesó
Cultura moche
Sobre su trabajo, asegura que escogió la vertiente histórica de la que, a su vez, tuvo que elegir un tema. Ana se decantó por la cultura moche, desarrollada en Perú entre los años 100 a.C y 800 d.C: «Como el tema era muy amplio decidí centrarme en su cerámica porque es muy peculiar y compleja, al contrario de la ibicenca, que es más sencilla. A partir de ella se puede estudiar su sociedad. Representan todo tipo de situaciones de la vida cotidiana: soldados, caras y reproducciones sexuales, entre otros». A partir de este estudio de la sociedad, Ana descubrió aspectos que le llamaron mucho la atención: «Sobre todo no tienen pudor porque hay muchas reproducciones sexuales, no sólo para tener hijos sino por placer. Además, el papel de la mujer está reconocido; la tienen muy en cuenta. Le dan también mucha importancia a los animales y a los alimentos».
En cuanto al proceso de elaboración, esta joven asegura que empezó a trabajar en su idea en septiembre y acabó en enero porque tenía que compaginar sus estudios con la búsqueda de información: «Sobre todo he consultado muchas páginas de internet, pero también libros».
Uno de los puntos fuertes de su proyecto son los anexos, que llamaron mucho la atención a quienes seleccionaron su trabajo. «En la entrevista personal que te hacen cuando has sido preseleccionado [tras esta entrevista deciden si la persona participa o no en la aventura] me preguntaron mucho por los anexos en los que incluí un glosario porque había muchas palabras que no se usan habitualmente, fichas de cerámica y una bibliografía. En esa entrevista estaba muy nerviosa; fueron diez minutos que se me pasaron volando», señala.
En mayo recibirá las dos mochilas y el par de botas que la organización envía a los expedicionarios: «Recomiendan que, cuando recibamos las botas, hagamos rutas». Mientras tanto, ella y su madre se encuentran inmersas en algunos requerimientos que solicitan por seguridad, como certificados médicos y vacunas: «Nos han dado un listado en el que salen algunas que ya tiene; tenemos que cotejar con el médico cuáles se pone y cuáles no», cuenta su madre.