El antiguo propietario del grupo Marsans, Gonzalo Pascual, se ha desvinculado hoy de los supuestos amaños en los concursos de amarres en los puertos de Maó y Evissa adjudicados por la Autoridad Portuaria de Baleares a una empresa de la que era dueño, Trapsa Yates, que ha calificado de «minúscula».
Según han informado fuentes jurídicas, Pascual ha dicho hoy al juez instructor del «caso Mar Blau» de supuesta corrupción no saber nada de estos concursos ni tampoco de unos amarres en Maó concedidos a una de sus empresas a cambio de que, supuestamente, Trapsa se retirara del concurso.
El pasado marzo, el ex consejero delegado de una empresa de Pascual y de su exsocio, Gerardo Díaz Ferrán, acusó al expresidente de la CEOE de pedir al Club Marítimo de Mahón -su rival en el concurso- tres amarres de barcos de gran eslora para él, su hijo y el propio Gonzalo Pascual como compensación por retirarse.
Pascual ha negado hoy este aspecto, aunque ha reconocido que usó uno de los amarres en una ocasión.
También ha declarado hoy ante el juez Antoni Rotger el hijo homónimo de Pascual, quien ha reconocido que asistió a una reunión con el presidente de la Autoridad Portuaria, Francesc Triay, en la que se habló de esta renuncia al concurso, aunque ha añadido que lo hizo como mero oyente ya que estaba allí para aprender.