Remedios De la Rosa Viola es conocida cariñosamente en el colegio público Sa Graduada como Reme. No en vano, esta sevillana de cincuenta años es una de las personas más queridas del centro y casi todo el mundo se refiere a ella con una palabra amable.
Se lo ha ganado a pulso con su sonrisa y, sobre todo, con su trabajo activo en la Asociación de Padres de Alumnos donde, entre otras cosas, intenta inculcar a los niños los valores de la tolerancia y la solidaridad a través del lenguaje de signos.
De 3 a 12 años
En sus particulares clases participa, de forma voluntaria, un grupo de niños de edades comprendidas entre los 3 y los 12 años. Todos ellos se lo pasan en grande, y es que, según Reme, «aunque no soy profesora ni intérprete, en ocasiones puedo enseñarles algo mejor porque desde pequeña me he críado con mi hermano Francisco, que es sordomudo».
En este sentido, asegura: «cada vez que enseño cada uno de los signos a los pequeños hago un pequeño homenaje a su persona, intentando que no vean a estas personas como diferentes».
Para ello explica cómo funciona este peculiar lenguaje a través de un libro enorme. En él, una serie de niños sordos hacen los signos que simbolizan 'hola', 'gracias', 'nariz' o 'adios'. «Esto funciona muy bien porque es muy ilustrativo gracias a sus dibujos, y porque además, les sirve para darse cuenta de que hay otros niños en el mundo».
Algo que también intenta inculcar a través de la música y los temas que escogen los propios alumnos. Según Reme, «buscamos canciones que tengan letras que les puedan inculcar valores como, para la fiesta de fin de curso, cuándo escogimos el tema Que canten los niños de José Luis Perales, que les hace reflexionar sobre la situación que sufren otros niños del mundo que no conocen».
Con todo ello disfrutan, aprenden y se conciencian a la vez. Y es que para Reme «es fundamental apostar por ello desde que son pequeños, porque estas generaciones son los que van a venir a sustituirnos y son los que tienen que dar un paso adelante para mejorar la integración de las personas sordomudas».
En este sentido, esta sevillana, aunque ibicenca de adopción, considera que «aunque ellos son el futuro, a día de hoy se tendría que apostar por introducir más intérpretes en los edificios públicos, porque lo que no puede ser es que, por ejemplo, si una persona sorda se pone enferma de urgencia, el médico no sepa qué le sucede pudiéndose provocar una desgracia».