oder ver otra cara de Eivissa y huir de lo típico y concurrido es algo que atrae a muchos turistas como Sue y John, de PNewcastle. Las excursiones en tren se presentan como una muy buena oportunidad para estos viajeros que anhelan algo más que pasarse días tomando el sol y noches de fiesta.
Esta pareja inglesa visita la Isla por primera vez y se está alojando en es Canar, como tantos otros visitantes de su misma nacionalidad. Desde que llegaron, cada mañana veían salir el tren Ibiza Express justo delante de su hotel y tenían curiosidad por saber qué recorrido les presentaría ese viaje, por lo que decidieron apuntarse a una excursión de unas tres horas aproximadamente.
Como Sue y John existen muchos más turistas que se animan a pasar una jornada en tren y pueden ver «algo diferente» de Eivissa, tal como lo explica esta pareja. «Habíamos estado en Sant Antoni, en el 'West End', y obviamente no tiene nada que ver con este ambiente por lo que pensamos que sería bonito ver la Isla desde otro punto de vista», añaden.
Existen varios recorridos que se pueden realizar a bordo de estos vehículos que viajan a unos 25 kilómetros por hora, a lo largo de Eivissa, siendo uno de los más solicitados el que parte todas las mañanas desde el puerto de es Canar y se desplaza por la costa noreste de la Isla. Tal y como lo explica Joan, el conductor, el recorrido es siempre el mismo: «Realizamos cuatro paradas en playas diferentes: es Figueral, es Pou d'es Lleó, Cala Boix y, finalmente, Cala Llenya, en tres horas».
De este modo, los turistas pueden conocer, aunque sea de manera breve, cuatro paisajes muy distintos entre sí como puede ser una playa de pescadores, es Pou des Lleó, o una de arena oscura, Cala Boix, a lo largo de pausas de unos veinte minutos en cada lugar.
Además, el viaje se completa con las indicaciones de una guía que se adapta a las distitnas lenguas de los pasajeros, en su mayoría angloparlantes. Los turistas aprenden curiosidades sobre la Isla y detalles acerca de su naturaleza y flora que, de no ser por este tipo de excursiones, difícilmente conocerían. «A su derecha pueden observar pinos y sabinas, dos de los árboles más característicos del paisaje ibicenco», se escucha por megafonía mientras los turistas más atentos desenfundan sus cámaras de fotos. Otros ponen cara de sorpresa y asombro al ver esplendorosos chalets a medio camino o toman nota de las explicaciones acerca del funcionamiento de los vasos con veneno colocados en los árboles para combatir insectos que pueden contagiar enfermedades a las plantas.
Y por si eso fuese poco, el viaje puede convertirse en toda una recolecta de anécdotas como que el tren esté demasiado cargado y resulte difícil subir una cuesta empinada, por lo que algunos pasajeros deben bajar un momento. Wendy y Eric, londinenses, se lo pasan en grande y no dejan de bromear al verse paseando al lado del tren justo en el único momento del día en que empieza a llover un poquito. Hay quienes sufren un ratito en zonas como la carretera que va desde Cala Boix a Cala Llenya, particularmente entretenida por sus subidas y bajadas constantes. «Abróchense los cinturones, que empieza lo mejor del viaje y viene la montaña rusa», bromea la guía ante las sonrisas de los presentes.
Pero si lo que se prefiere es una jornada de un estilo más cultural, siempre se puede optar por la ruta de la tarde, que se centra en Sant Carles y lleva a los pasajeros hasta la casa-museo del pueblo y, de nuevo, un ratito por las playas de la zona. Incluso existe la posibilidad de visitar Santa Eulària de noche. La mayoría de los interesados en estos viajes son turistas extranjeros (ingleses, alemanes y franceses, sobre todo) aunque a veces se acerca algun español. Eso sí, vengan de donde vengan, todos acaban encantados y muchos repiten.