¿Se imaginan una ciudad en la que sus edificios, sus calles, sus árboles o sus coches se puedan comer? Pues esto es precisamente lo que propuso la arquitecta Silvia Sánchez en un taller infantil que ayer celebró su primera sesión, organizado por Ibiza Family Company, en colaboración con s'Hortet Verd.
Estaban apuntados un total de diez niños de entre seis y diez años pero la iniciativa tuvo tal éxito que Sánchez tuvo que lidiar con alguno más. Todos ellos disfrutaron entre productos frescos de temporada y ecológicos mientras aprendían pequeñas nociones de urbanismo y a construir los elementos básicos que forman parte de una gran ciudad.
«Para las construcciones usamos productos redondos, alargados o rectangulares y cuadrados, como galletas, biscotes o tortas, mientras que para las ruedas de los coches usamos aceitunas y para la decoración de los jardines y parques verduras frescas», explicaba la promotora del proyecto mientras enseñaba la gran cantidad de comida que formaría parte de esta peculiar urbe.
En este sentido, Silvia Sánchez aseguró que haciendo los talleres se ha quedado impresionada con «la imaginación que tienen estos niños tan pequeños una vez que se sueltan ya que son capaces de hacer cualquier figura por difícil que parezca, como farolas, árboles, coches o, incluso, insectos».
Doble objetivo
Además de la propia diversión y de la vertiente arquitectónica este taller de arquitectura comestible también buscaba cumplir con otro objetivo. «El que lo hagamos en s'Hortet Verd, también sirve para que los niños participantes aprendan sobre los hábitos de comida saludable y conozcan que las verduras no son nuestras enemigas», explicaba la arquitecta con una gran sonrisa.
Por eso, uno de los momentos más deseados por los niños llega una vez terminada la ciudad. Y es que, como afirmaba Silvia, «al final nos comemos todo lo que construímos y es sorprendente ver la emoción de los pequeños cuando llega el momento de merendar con casas, árboles o calles».