El Ramadán es, probablemente, la tradición más conocida del mundo musulmán, pero son muchos los aspectos desconocidos en Occidente y a menudo se cae en prejuicios. La inmensa mayoría de musulmanes de la Isla se une para compartir juntos este mes tan especial, gracias a la acción del Centro Islámico de Eivissa, que dirige Ahmed Aajoud, y la Comunidad Islámica Ibicenca-Maghrebí, cuyo presidente es Kharrim Redouan.
El Ramadán, noveno mes del calendario musulmán, «es un mes sagrado», de acuerdo con Ahmed Aajoud. «Ayunamos desde el alba hasta el ocaso, algo que nos ayuda a entender lo que pasa el pobre que no puede comer en todo el día», asegura el presidente del Centro Islámico. Aajoud añade que es también «una ‘oferta' para limpiar el espíritu de todos los pecados y una puerta abierta entre Alá, creador del mundo, y el ser humano».
Las excepciones
A pesar de que esta tradición se lleva a cabo en todo el mundo musulmán, no todas las personas están obligadas a seguir el ayuno. «Las excepciones son las mujeres embarazadas o que se encuentran en su período de menstruación, los ancianos de edad muy avanzada, las personas enfermas, aquellos que estén de viaje y los niños menores de dieciocho años», explican Aajoud y Redouan.
«Cuando vas de viaje tienes una carta blanca antes Dios para poder comer. Cuando regresas tienes una deuda a pagar pero tienes todo el año para hacerlo, es una libertad increíble», asegura Redouan. Lo mismo ocurre con las mujeres embarazadas una vez dan a luz. Los ancianos que no estén en condiciones de ayunar, por su parte, «pagan un coste diario de unos cuatro o cinco euros que se entrega a los pobres», aseguran los dirigentes de las comunidades islámicas de la Isla.
«Los niños están libres de toda obligación pero suelen imitar el comportamiento de sus padres y a veces ellos mismos rezan o leen el Corán cuando lo sienten», explica Redouan.
Reivindicación de fe
Se trata, sobre todo, de «una fiesta religiosa», en palabras de Kharrim Redouan. «Si eres musulmán, lo sientes porque lo llevas en la sangre y se vive con tanta intensidad como la Semana Santa en España», explica. «Es un mes de mucha actividad religiosa, por ejemplo, se refuerza más la lectura del Corán y cada uno lee tanto como puede», añade.
Desde hace cinco años aproximadamente, el Ayuntamiento de Eivissa cede las instalaciones del antiguo colegio de sa Graduada para que todos los musulmanes que lo deseen puedan reunirse a orar y a compartir almuerzo, una vez se ha puesto el sol. Alrededor de 500 personas se reúnen cada noche en la escuela y los fines de semana la cifra puede llegar a multiplicarse, pues a los residentes de Vila se les unen los de Sant Antoni y Santa Eulària. «Nosotros tenemos cinco oraciones al día y después de la última tenemos un rezo voluntario sólo para este mes», asegura Aajoud. «Este año han venido tres imanes hombres y una mujer desde Marruecos y están muy preparados porque es muy importante esta figura para ayudar a motivarte», asegura Redouan. «Un buen imán que sepa recitar bien el Corán logra que los rezos se hagan cortos», añade.
Ramadán y trabajo
«A menudo se piensa erróneamente que el Ramadán afecta al rendimiento de los trabajadores pero no es así», explica Redouan. «La mayoría de los empresarios ofrece jornadas intensivas durante este mes, de modo que a las tres de la tarde el trabajador ya ha terminado, que es cuando empieza a notarse la falta de comer porque a primera hora de la mañana puedes rendir perfectamente», añade.
Una vez llegado el anochecer, hay total libertad para comer. «Normalmente empezamos con unos dátiles y un vaso de leche o de fruta triturada», explica Redouan, «más tarde, de madrugada por ejemplo, cada uno come lo que quiere: pescado, carne, o la famosa harira, que es un plato muy consistente basado en verduras y legumbres». Las mujeres preparan los mejores dulces, tradicionales de esta época, y la fruta de temporada, como los higos, también cobra un gran protagonismo.
La fiesta final
Aajoud afirma que los musulmanes ayunan durante «29 o 30 días, nunca 31, porque se basa en el comportamiento lunar». «Al día siguiente hacemos una gran fiesta donde comemos, rezamos y nos felicitamos todos», añade. Redouan destaca que es algo de lo que disfrutan «todos juntos y en todo el mundo se hace lo mismo». «Al terminar, todos nos felicitamos por lo bien que lo hemos llevado, por ser buenos musulmanes y haber cumplido con nuestro deber. La familia y los amigos que están en otros países te llaman», afirma el presidente de la Comunidad Islámica.