Muchos de ellos estaban en su puesto de trabajo el 27 de enero del año pasado cuando se enteraron de que, a partir del día siguiente, su empresa no existiría. Mañana se cumple el primer año de la quiebra de Spanair. Durante los últimos 12 meses han tenido tiempo para reflexionar, buscar trabajo (eso sí, la mayoría temporal) y cobrar la última nómina y el finiquito entre noviembre y diciembre, pero no la indemnización del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa).
«Nos dijeron que se iba agilizar el trámite, pero por lo que se comenta hay una lista de espera de alrededor de dos años», especifica Antonio López, que trabajaba como conductor de autobús para Spanair y continúa ejerciendo esta profesión, eso sí, fuera del aeropuerto. «Con la desaparición de la compañía se volvió muy complicado encontrar un trabajo estable en el aeropuerto», explica César Maroto, que el año pasado únicamente encontró trabajo durante seis meses en el aeropuerto, igual que su mujer, Míriam Schwabe, que también trabajaba en Spanair. «Tenemos un niño de cinco años, una hipoteca y toda la familia fuera de Eivissa. Se acabó la temporada en el aeropuerto y ahora estamos buscando trabajo como locos, de lo que sea, pero no hay nada», explica Maroto, quien asegura que en un día pasaron de «vivir con seguridad a padecer los estragos de la crisis que se ven todos los días en el telediario».
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