La exhumación de los restos de Juan March con el fin de realizarle una prueba de paternidad, después de que Ana María Gallart asegurase ser su hija, ya ha finalizado. La exhumación ha comenzado esta mañana a las 07.30 horas en el cementerio de Palma, ha durado cuatro horas y media y ha contado como testigos en el interior de la cripta con la partes demandante y demandada, mientras afuera, en un día primaveral, esperaban con curiosidad una treinta de periodistas.
No ha sido posible para la prensa acceder al interior del majestuoso y sobrio mausoleo de estilo neoclásico con dos ángeles guardianes en la puerta y cinco altos cipreses primorosamente cuidados.
La operación para desmontar la estatua yacente del banquero mallorquín, una pieza en bronce de Pablo Serrano, así como la losa de varias toneladas, ha llevado su tiempo y ha precisado de la intervención de una empresa especializa en este tipo de menesteres.
El coste de esta operación y la prueba de ADN alcanzará los 6.000 euros, que correrán a cargo de la parte demandante.
Escribir sobre Juan March es referirse a una leyenda que nació en Santa Margalida en 1880 y falleció en Madrid en 1962 a los 81 años de edad tras sufrir un accidente de tráfico.
Su biografía oficial cuenta que estuvo casado con Leonor Servera, de cuyo matrimonio nacieron Bartolomé y Juan March Servera.
La prueba de hoy podría determinar si tuvo una hija ilegítima que, según ha explicado su abogado, Fernando Osuna, nació en Mallorca y fue a parar a una inclusa hasta los dos años junto a una hermana gemela que falleció a los pocos meses. La madre de la demandante trabajó en el servicio doméstico de los March, según la versión de Osuna.
El letrado ha insistido a los periodistas en que su defendida solo quiere tener el «derecho legítimo» de cualquier persona a saber quién fue su padre y, para ello, ya ha aportado pruebas escritas y testigos que han convencido al titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Madrid para acceder a exhumar el cadáver.
En caso de confirmarse su filiación, ha añadido, ya se vería si reclama lo que en derecho sería suyo, que sin ninguna duda alcanzaría una cifra millonaria como corresponde a una de las familias más ricas de España.
Este proceso judicial comenzó en 2011. En unos meses se desvelará el resultado de los análisis que se realizarán en Madrid y posteriormente se celebrará el juicio.
Mientras tanto, la familia March continúa con esa discreción silenciosa de la que siempre ha hecho gala, aunque según fuentes consultadas por Efe su malestar es evidente por tener que abrir un lugar tan sagrado como es donde reposa el gran patriarca.
Uno de los sobrinos del magnate, Joan F. March, contó en un documental que su tío pidió confesarse antes de morir y, tras recibir el sacramento y el perdón de Dios, aseguró a sus familiares presentes que había hecho «el negocio más importante de su vida». En unos meses, Ana María Gallart y sus tres hijos también podrían decir lo mismo. Del ADN depende todo.