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Esqueletos de cemento

Los ayuntamientos no pueden derribar los edificios inacabados que ha dejado la crisis del ladrillo

Vista de un edificio inacabado en Punta Pinet, en la bahía de Sant Antoni.

| Eivissa |

Estructuras de edificios inacabadas, grúas suspendidas en el aire que nunca más volvieron a funcionar y cemento comido por la maleza. Es la estampa que ha dejado la crisis del ladrillo en muchas zonas de Eivissa y que probablemente no cambie hasta dentro de muchos años debido a que son edificios que se iniciaron con licencia y no se pueden derribar. Siniestros esqueletos de hormigón que afean el paisaje y que se unen a otro tipo de construcciones que, por uno u otro motivo, llevan años abandonadas por ser ilegales y cuyo derribo nunca se ha llegado a concretar.

No es una problemática fácil de afrontar. Por un lado están todos los edificios que se han quedado a medio hacer porque la empresa ha quebrado. Cala de Bou es una de las zonas donde más proliferan este tipo de construcciones, pero también las hay en Sant Antoni o en Santa Eulària.

Según explican desde el Ayuntamiento de Santa Eulària, es «muy complejo» actuar contra un propietario que ha iniciado una obra y no la ha finalizado puesto que si ha pasado el tiempo suficiente (entre 24 y 54 meses, según los casos) se puede decretar la caducidad de la licencia, pero eso no implica que se pueda tirar ni mucho menos, ya que lo construido tiene permiso y no se puede demoler. Solo en caso de que confluyeran otras circunstancias muy específicas, como por ejemplo un cambio de clasificación del suelo irreversible, se podría ordenar el derribo.

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