La cantante Paulina Rubio se convirtió la noche del martes en la gran protagonista de una nueva edición de la fiesta Flower Power que todos los años organiza el conocido relaciones públicas Carlos Martorell en la discoteca Pacha de Eivissa.
La mexicana llegó por sorpresa pasadas las dos de la madrugada de la mano del productor musical Pino Sagliocco y su mujer Lorena Giavalisco, y con su nuevo color de pelo, ahora pelirroja, su corse negro de cuero, su falda de seda azul eléctrica, sus enormes tacones blancos y sus gafas redondas de estilo hippie, revolucionó el photocall del evento más importante del agosto ibicenco.
Paulina demostró estar en su salsa. Siempre sonriente, y con algunos kilos de más que aumentaron los rumores sobre un posible embarazo, hizo las delicias de los fotógrafos posando de todas las maneras posibles. Eso sí, si hace cinco años apareció con su exmarido Colate Vallejo Nájera, en esta ocasión lo hizo sin rastro de su nueva pareja, Gerardo Bazúa, con el que según ella misma ha confesado, está en una fase de «metamorfosis» que le llena de «gozo y espiritualidad».
Hasta la llegada de Rubio, los principales flashes de la noche se los habían llevado Cari Lapique, su hija mayor Caritina Goyanes, y el marido de ésta, Antonio Matos. Esta familia, incondicional de la fiesta Flower Power y de las Pitiüses, dejó por una noche a los pequeños en casa y se acercaron hasta la discoteca Pachá donde la esposa de Carlos Goyanes posó con un vestido en amarillo y una chaqueta color salmón, mientras que su hija se decantó con un largo vestido fucsia muy llamativo.