Ayer a las diez de la mañana ya no hubo marcha atrás. Nueve agentes, entre Policía Nacional y Policía Local de Eivissa, más los consiguientes funcionarios del Ayuntamiento pusieron el cierre al número 9 de la Avenida de España, y con ello a la sede de Esquerra Unida en Eivissa desde hace casi cuarenta años.
Por ello, y aunque son conscientes de que el edificio «necesita una reforma», en la cara de su histórico militante, Miquel Ramon, había una mezcla de impotencia y nostalgia. «Es una pena, siento que estamos perdiendo algo a lo que tengo mucho cariño y aprecio porque ha sido la sede de la formación desde que el Partido Comunista lo alquiló a nombre de un particular cuando todavía era clandestino, a finales de 1975», aseguraba ayer a Ultima Hora.