Matutes recibirá el próximo 5 de agosto la Medalla de Oro de la ciudad con 72 años y un currículum que no cabe en estas páginas pese a que en un primer momento la rechazó por la falta de consenso. Se define a sí mismo como un ibicenco enamorado de su isla y asegura que, a pesar de haber dado la vuelta al mundo en varias ocasiones, «no he encontrado ningún lugar como Eivissa».
Abel Matutes es de sobra conocido en Eivissa por su actividad empresarial que ha permitido crear, en la isla, más de 3.000 puestos de trabajo y sus iniciativas han contribuido, decisivamente, a dar a conocer la marca Ibiza a lo largo y ancho del mundo.
Pero cabría hablar de otros aspectos menos conocidos de la figura de Abel Matutes.
Corría el año 1970 cuando un joven Abel Matutes Juan de apenas 28 años fue nombrado alcalde de Eivissa. En aquella época en la que en España todavía no se conocía la actual democracia los terrenos que rodeaban las murallas de Dalt Vila y que pertenecían al ejército se pusieron a la venta con el objetivo de destinarlos a la construcción de edificios. La simple idea de imaginar como a los pies del recinto amurallado mejor conservado del Mediterráneo iban creciendo bloques de ladrillo a diestro y siniestro horrorizó al joven alcalde, como a cualquier ibicenco que se precie de serlo, y ni corto ni perezoso Matutes pidió audiencia al Caudillo en Madrid. Le acompañaban en el viaje el pleno de la Corporación. La sorpresa no fue que Franco les cediese los terrenos a la ciudad de Eivissa para que se protegieran y no se pudiese hacer ningún tipo de aberración a los pies de semejante fortaleza. Lo que realmente dejó con la boca abierta a la delegación ibicenca es que el Generalísimo conociese al dedillo la zona de la que estaban hablando siendo, como había sido, Capitán General de Baleares. El caso es que el alcalde se volvió a Eivissa con la confirmación de la propiedad de dichos terrenos, para la tranquilidad de generaciones futuras. «Es una anécdota que la gente no conoce», comenta Matutes, «pero ahora, que he oído comentarios de algunas personas que se empeñan en decir que no he hecho nada por esta isla y por esta ciudad, me gustaría que se conociesen estos hechos».