Decía la semana pasada que el éxito de la vida de un matrimonio es el estar seguros de que tenemos la capacidad de vivir hasta el fondo el amor, sin que nada ni nadie nos lo impida. Que el recurso para entender bien lo que es el amor es acudir a la fuente y el modelo del amor que es Dios. Vamos a proseguir con esa reflexión aportando humildemente algunas consideraciones con el ánimo de ayudar a los matrimonios de Ibiza y Formentera.
Hoy en día hay causas que hacen difícil contraer matrimonio. Han disminuido mucho las parejas que se casan. Y ello es triste. Las dificultades en obtener un puesto de trabajo, los problemas para ser padres si no se tiene la seguridad de un trabajo que conceda medios para atenderlos bien. Pero también en ello hay que tener una gran confianza en Dios y tener presente que al matrimonio invita la Virgen María, que contrajo matrimonio con San José, que se lanzó a ayudar a aquella pareja de esposos de Cana de Galilea cuando tuvieron la primera dificultad el día mismo de su boda cuando les faltaba algo para la felicidad de aquel día, el primer día de su vida conyugal, que ayudo a su parientes Isabel y Zacarías cuando esperaban un hijo. Nos enseña la Virgen María que las dificultades y los sufrimientos en las parejas y en las familias aparecen cuando falta el vino de la boda que es Jesus, que es lo que viene de Jesús. Es Jesús el apoyo del amor, el modelo del amor entre dos esposos, la imagen más bella del amor, porque El es el que ha amado hasta el fin y no se separa de la Iglesia, de su esposa, incluso cuando la Iglesia - los miembros de la Iglesia, los que la formamos - no correspondemos total y claramente al amor que El nos tiene, nos da, nos manifiesta.
Hay tantos pensamientos para hacer y para contemplar el amor de Dios para que el amor humano sea una buena imitación, entre las más grandes, de la vida, de la bondad y del don de Cristo que para con nosotros ha llegado hasta la última gota de su sangre. Una familia irá hacia adelante bien si acoge el mensaje redentor y salvador de Jesucristo. Hemos de ser conscientes de la importancia de acogida y de la vivencia de la fe en la familia, en cada familia porque así se promueve y facilita el crecimiento sano y armónico de cada uno de sus miembros, la dedicación y el compromiso de los padres en la educación de los hijos. Los miembros de una familia han de ser, unos para otros, objeto y sujeto de la transmisión y vivencia de la fe, es decir, de ser evangelizados y evangelizadores. Y una familia que vive así no sólo es feliz y cumple las características necesarias de la familia sino que se convierte para las otras familias en testimonio e invitación al descubrimiento y a la vivencia de la realidad familiar desde la fe.
Si todos los miembros, sin exclusión de ninguno, viven y trasmiten la fe, el éxito de una familia se puede prever. Pero un papel fundamental, al menos en los primeros años corresponde a los padres. Ello recuerda a la Iglesia que ha de considerar algo muy importante de su acción pastoral la educación y evangelización de los padres. Ello lo hacemos con los cursos prematrimoniales, pero no debemos detenernos ahí. Una formación que no debe restringirse a unas charlas de vez en cuando sobre aspectos de la fe, sino también animarles y acompañarles en la preparación y celebración de los Sacramentos de la iniciación cristiana de los hijos. Y desde luego siempre animándoles a asumir su responsabilidad, renovar y fortalecer su fe, haciendo que sean conscientes de la importancia de su testimonio de fe ante los hijos. Sin la ayuda, la colaboración el compromiso y el testimonio de fe de los padres, si no se involucran en la iniciación, el crecimiento y la maduración de la fe de los hijos, esta será muy difícil. Los padres son parte imprescindible en este proceso y por ello se les pide que sean modelo, ejemplo y testimonio de lo mejor, es decir, de la vivencia según la fe, ante sus hijos.
Conocer lo que es amor, que es algo que nos enseña Dios, que es amor; vivir ese amor desde la acogida de la fe en Dios; hacer que ese sea el ambiente de una familia es capacidad para que la familia sea feliz y no fracasada. Os lo propongo con afecto y os lo deseo a las familias de Ibiza y Formentera.