«Los vecinos de Talamanca no están conformes con las medidas a corto plazo que el Govern balear planea llevar a cabo en Talamanca –como el anclaje del emisario o su balizamiento en la desembocadura– y consideran, en palabras del presidente de la asociación vecinal, Pep Colomar, que ‘son una chapuza'. ‘No queremos más parches ya que hagan lo que hagan, el emisario va a reventar igual'». Estas palabras son de hace apenas una semana, pero en una de las principales playas del municipio de Eivissa la incomodidad (por decirlo con finura) que provoca el obsoleto emisario se remontan a principios de la década pasada.
En abril de 1999, el entonces gerente del Institut Balear de Sanejament (Ibasan) Gabriel de Juan explicó que en la depuradora de Eivissa, a diferencia de la depuración terciaria de las aguas residuales de la Edar del Port de Sant Miquel, se aplicaría otro tipo de tratamiento «porque la planta está ubicada en un sitio más complicado y los olores podrían afectar a la zona de Talamanca». Mediante este sistema el agua que llegaría al emisario sería más limpia, pero dos años después el apestoso hedor de la depuradora de Eivissa puso en pie de guerra a los vecinos de la zona. Fue el comienzo de una batalla que dura hasta nuestros días.
En agosto de 2001 el continuo paso de vehículos pesados por la zona terminó por averiar el emisario. En septiembre, el gerente en Eivissa del Ibasan, Ramón Mayol, explicó las medidas que pretendían tomar para evitar los malos olores de la planta. Entre ellas estaba cubrir la parte del tratamiento terciario de la depuradora, instalar un sistema de desodorización, rediseñar toda la instalación eléctrica para evitar averías que interrumpen el proceso de depuración, reformar la zona del emisario, construir una nueva estación de bombeo, la de Talamanca, mejorar la estación de bombeo del puerto y poner en marcha un sistema de «depresión» que aspira el aire hacia dentro cuando se abre una puerta.
Durante un año se prolongaron los problemas. En noviembre de 2002 el Ibasan trató de demostrar con un vídeo submarino el «buen estado» del emisario de Talamanca tras las reiteradas quejas vecinales por la «turbiedad» del agua. La Conselleria de Medi Ambient tenía previsto a largo plazo construir un nuevo emisario, que tendría un coste de casi tres millones de euros.
En agosto de 2003, un nuevo revés para la administración después de la publicación de un informe que concluía que el emisario submarino de la depuradora vulnera una norma medioambiental de la Unión Europea. La consultora ambiental Duna Baleares en la valoración y diagnóstico del Plan Especial de ses Feixes sostenía que el desagüe de la planta atravesaba la pradera de posidonia de Talamanca y era una de las principales causas de su regresión.
En 2004 se aprobó una partida de casi 40.000 euros para la adecuación del emisario. Los problemas de vertidos y malos olores persistieron y los vecinos de Talamanca volvieron a reclamar públicamente en 2004 y 2005 soluciones para un emisario «obsoleto».
Vila denuncia en 2006
El Ayuntamiento de Eivissa puso en conocimiento de la Fiscalía en agosto de 2006 los vertidos de aguas fecales que se produjeron en Talamanca desde finales de julio y durante el mes de agosto procedentes de la rotura del emisario, del colector o de las bombas de la planta. Entendía el Consistorio que la reiteración de estas roturas podía constituir un delito medioambiental.
En 2007 Medi Ambient arrojó un rayo de esperanza a los vecinos de la bahía después de adjudicar por algo más de 600.000 euros la sustitución del colector cero de la depuradora de Eivissa tras los vertidos fecales que provocó el verano anterior su rotura. A estos trabajos se unirían los del emisario terrestre. Los vecinos del barrio reclamaron que dicha renovación incluyera la sustitución del tramo submarino para alargarlo y alejarlo aún más de la costa.
En 2010 vino el proyecto de ampliación de la desaladora de Eivissa, que contemplaba la perforación de cinco nuevos pozos de captación de agua en el solar anexo a Talamanca. El Consell instó al Govern a buscar otra ubicación por los riesgos que entrañaría para ses Feixes y para la posidonia.
En agosto de 2012 el Ayuntamiento izó la bandera amarilla (que advierte a los usuarios de los peligros en el baño) en la playa de Talamanca después de que los responsables de la depuradora municipal verificaran que una mancha aparecida en las aguas procedía de una fisura que había en el emisario.
Un año después se rompió el emisario por culpa del ancla de un barco y estuvo una semana, en pleno mes de julio, vertiendo agua turbia de color marrón a la zona de Talamanca.
En septiembre de 2013 salió a la luz el proyecto del Ministerio de Medio Ambiente para la depuradora de Eivissa, que no incluía el alargamiento o la sustitución del emisario. Un duro revés para los vecinos de Talamanca. Sus exigencias tuvieron respuesta y en enero de 2014 el Govern instó al Ministerio a incluir en su presupuesto una partida para acabar con los problemas de la conducción de aguas residuales.
Los inconvenientes, sin embargo, se prolongaron a finales del pasado verano cuando una nueva rotura obligó al Ayuntamiento de Eivissa a izar la bandera roja para prohibir el baño por la aparición de una mancha de desechos a unos 400 metros de la orilla.
Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los vecinos de Talamanca. La situación llevó a la oposición a convencer a la alcaldesa para que sea el Ayuntamiento de Vila quien lleve la iniciativa en la definitiva solución a los problemas derivados de la depuradora.
Así, en noviembre el Consistorio solicitó a Medi Ambient la reparación «urgente e inmediata» del emisario de Talamanca. El Ayuntamiento estaba dispuesto a asumir el coste de las obras para solucionar el problema antes de la próxima temporada.
La lentitud con que funciona la administración desquició a los vecinos de Talamanca, que en diciembre exigieron la tramitación de urgencia para que se sustituya el emisario. Vecinos, hoteleros y técnicos coincidían en que el interés general de esta obra justificaría acortar plazos del procedimiento.
Y de pronto, solo unos días después, nuevo rechazo por parte del Govern, que anunció que Talamanca no contaría con un nuevo emisario la próxima temporada turística. En su lugar, vigilará los fondeos en la bahía mientras que Vila balizará la tubería. El Ayuntamiento se situó del lado de los vecinos, que volvieron a reclamar a finales del pasado mes la sustitución del emisario. Este capítulo ha sido el último de un largo historial de vertidos y malestar en torno al emisario y a la depuradora de Talamanca. 2015, año de elecciones, se presenta crucial para la modernización y acondicionamiento del tratamiento del agua residual en la isla.