«Cada verano es peor; sentimos frustración, indignación y enfado de ver a esta gente quitándonos el trabajo de manera ilegal», es la frase de un taxista asalariado que podría extrapolarse al sentimiento generalizado del sector del taxi en Eivissa. El problema del intrusismo en el transporte no es nuevo, pero cada verano va a más y, pese a no contar con cifras oficiales (algunos taxistas aseguran que los ilegales son alrededor de 800 cuando la flota legal es de 660 contando las estacionales), esta temporada la sensación es que han aumentado.
Durante la mañana de ayer, un grupo de profesionales legales del taxi se concentró de manera pacífica en el aeropuerto de Eivissa disfrazados de piratas y con máscaras de héroes y de V de Vendetta con la intención de concienciar a los turistas sobre la importancia de hacer uso del transporte legal y, además, plantar cara «y decir basta» a los múltiples taxistas ilegales (ya sea con coches particulares o furgonetas del estilo Viano) que se concentran tanto en la puerta de llegadas de la terminal como fuera de las instalaciones intentando captar clientes incluso de la cola de taxis oficial. «Queremos dar a conocer la dimensión real del problema para que las autoridades y los políticos se pongan manos a la obra. Siempre dicen que es muy díficil; siempre están dando excusas y esperamos que los nuevos gobernantes se muevan de una vez y hagan su función porque hasta el momento lo único que han hecho los políticos son algunos controles, inspecciones...una limpieza de cara», expresó un taxista que, igual que el resto de sus compañeros, prefirió que su nombre y apellido no apareciera en prensa por miedo a represalias de los taxistas ilegales. En este sentido aseguran que «las amenazas, los intentos de sacarnos de la carretera, coacciones....» se están convirtiendo en algo habitual por parte de los ilegales. «Cada vez son más agresivos y están más organizados. Es un auténtico acoso y hemos llegado al punto de que parece que les estamos quitando el trabajo a ellos cuando es al revés ¿Qué tenemos que hacer, quedarnos en casa sin trabajar?», explican. Según el relato de varios taxistas legales consultados por este periódico, ha habido «intentos de acoso sexual de taxistas pirata a turistas jóvenes», así como «robos y palizas», casos que en ocasiones no se denuncian porque las personas agredidas tienen miedo. «Esta gente sólo paga la gasolina, no pagan a Hacienda, no tienen seguro, no pagan nada....el turista y residente se arriesga a muchas cosas cuando sube a un taxista pirata». A esto hay que sumar que cuando un establecimiento turístico llama a un taxi legal se han dado casos de que piratas «que pasaban por allí porque saben que es una zona con trabajo» se han quedado el viaje alegando que los clientes eran amigos suyos «y ante eso no podemos hacer nada si el turista se sube con ellos».
La situación ha llegado a tal punto que los profesionales legales del taxi auguran que «si sigue así, tendremos que dejar el taxi y dedicarnos a otra profesión» y reivindicaron que de un mismo taxi legal «pueden vivir varias familias», razón por la que recordaron la importancia de frenar el intrusismo en el transporte ya que es un sector que da trabajo. «Estamos pidiendo algo lógico; es como si alguien vendiera droga a las puertas del aeropuerto o si alguien ejerce de médico sin serlo, es una ilegalidad más», concluyeron.