Los casi 40 alumnos de Infantil y Primaria del Colegio Público Buscastell, de entre 3 y 12 años de edad, empezaron ayer el curso con un taller de cocina, una actividad que entusiasmó a los chicos y chicas del centro y que, además, a buen seguro alivió por un día a más de una familia al no tener que ocuparse de la comida de sus pequeños.
«Cada año proponemos una actividad distinta para el primer día de clase y, si otras veces hemos hecho yincanas en el bosque o juegos de agua en el exterior, esta vez pensamos en un taller de cocina, en el que también se lo pasan muy bien», apuntó la directora del centro, Ana Hernández.
La mañana empezó con una bienvenida en la que se reencontraron los 35 alumnos del año pasado. Además, también fueron presentados en sociedad los cuatro pequeños que se han incorporado ahora, todos ellos acompañados de sus padres y familiares. «Los cuatro que empiezan este curso, de 3 años, solo han estado una hora para irse adaptando al entorno escolar y cada día harán una hora más hasta hacer el horario lectivo completo a partir del próximo viernes», señaló Hernández.
Delantales y gorros
Seguidamente, ya sin los familiares, los chicos iniciaron el taller de cocina. Primero elaboraron sus propios delantales y gorros de cocinero, una indumentaria que seguirán utilizando durante el curso escolar en nuevos talleres gastronómicos.
Tras ello, se reunieron todos en el patio, donde la directora del centro nombró a los componentes de los cinco equipos, donde los mayores (padrins) debían de cuidar de los más pequeños (fillols). Acto seguido, se pusieron manos a la obra para elaborar el menú del día. Un menú «sano» –con productos locales y en algún caso ecológicos– que además tendría en cuenta las peculiaridades de algunos alumnos, alérgicos al gluten o al pescado.
Así, en la clase Mussols, un grupo se dispuso a hacer zumos de naranja, limón y sandía. «Me gusta toda la fruta y en casa tomo zumo de naranja, pero nunca he probado el zumo de sandía», dijo Valentino. Su compañera Inés se abalanzó hacia el exprimidor eléctrico, aunque Sonia, su profesora, se adelantó indicándole que ellos no debían manejarlo.
En otro aula, los alumnos preparaban patés vegetales. «Estamos haciendo paté de olivas y paté de zanahoria», explicó Candela, de nueve años y finalista en la última edición concurso Mini Chef en el restaurante Villa Mercedes de Sant Antoni. «Allí hice una tortilla de patatas con cebolla caramelizada, con orégano y decorada con flores». «Es una artista, no solo en la cocina», señaló la directora.
También se desempeñó muy bien Ariel, de siete años, que también colaboraba en los patés vegetales. «Sé hacer huevos fritos, les pongo albahaca y sal, aunque a mi madre no le gusta que me ponga en la cocina, por si me quemo», señaló.
En otro rincón del colegio, otros alumnos hacían brownies. Los pequeños Ignacio y Chema, y también Marina, de 10 años, mostraron sus manos llenas de chocolate tras amasar el postre. «¿Cómo os las vais a lavar?», preguntó el periodista. «Chupándolas», replicaron ellos como si no existiera otra posibilidad.
Maria, de 10 años, explicó su afición por las tartas: «Suelo hacer los fines de semana y cuando es el cumpleaños de mi prima pequeña, que le encantan de fresa y chocolate». En otra mesa, Eva, de 11 años, explicaba al resto un truco para cortar cebolla sin ponerse a llorar.