Josep Torres se llevó el gato al agua en la XXXVI Pujada a la Catedral, la última cita del atletismo pitiuso del año y una de las más especiales del calendario. No en vano, se igualó el récord de inscritos, con 828 atletas registrados, aunque los organizadores estimaron que a los 635 que finalizaron oficialmente el recorrido se le sumaron cerca de un centenar de corredores sin dorsal.
El atleta vencedor, del equipo Ferrer Hotels Triatlon, se impuso con un registro de 07'18'', una marca similar a la que hizo un año antes (7'16'') aunque entonces solo le valió para lograr el segundo puesto. La ausencia de Adrián Guirado, que se había inscrito en la prueba pero que finalmente no pudo participar por sufrir un proceso gripal, dejó abierta la victoria. Esa circunstancia la aprovecharon Josep Torres y Óscar Santos para protagonizar un soberbio duelo que ya se vislumbró en la salida y que no se decidiría hasta los últimos metros, prácticamente alcanzando el templo que corona Dalt Vila.
Así, Torres dejó que Santos liderara la prueba desde el principio, manteniéndose a escasa distancia para dar un golpe casi definitivo a pocos metros del final, cuando las fuerzas flaquean tras una escarpada subida y cualquier reacción resulta prácticamente imposible. Jugada que le salió perfecta para inscribir su nombre en el palmarés de la prueba como campeón.
Tras ellos, llegó Eduardo Chordá, que fue tercero y al que siguieron escalonadamente Antonio Tugores, José Antonio Planells y José Carlos Añibarro. Solo nueve atletas bajaron de los ocho minutos.
«Ha sido una carrera muy rápida, Santos ha salido muy rápido pero he pensado que en la subida él podía estar un poco más verde y le he ido recortando hasta alcanzarle a unos 10 metros de la meta», explicó Torres al finalizar la prueba. «Si hubiera estado Guirado quizás las cosas hubieran sido diferentes, porque está muy fuerte», reconoció.
En categoría femenina sucedió a la inversa, la victoria no tuvo discusión y Alexia Hartmann sumó su segundo triunfo consecutivo en esta prueba. Así, la favorita se impuso con total autoridad y sin que ninguna otra corredora le disputara el triunfo. Si hace un año vivió una reñida pelea con la formenterense Andrea Romero que solo los chips y la tecnología supieron dirimir en favor de la hispanogermana, esta vez la atleta que fichó recientemente por el F.C. Barcelona no encontró competencia.
Así, la corredora ibicenca subió hasta la Catedral sin presión, llegando al templo con un tiempo de 08'50'' que le sirvió para revalidar el título que conquistó en la anterior edición. Romero, del Platges de Castelló, también repitió como segunda, esta vez a cierta distancia de Hartmann y con un registro de 09'07''.
A su vez, la lituana afincada en Eivissa Indre Barkute, campeona en 2013, empleó nueve minutos y 13 segundos para completar los 2.240 metros de la Pujada a la Catedral. De esta manera, la corredora del Bfit Ibiza Triathlon firma su segundo bronce consecutivo.
La vencedora manifestó que esperaba una victoria más apretada, como la del año anterior. «El año pasado fue por los pelos, pensaba que sería igual pero al final me ha salido bien y he subido con un excompañero de equipo», dijo Hartmann, que suma cuatro años siendo fiel a esta cita. «Es ya una tradición (...) es la mejor de Ibiza, hay un ambientazo y mucha, con gente que no ha corrido en su vida», añadió la hispanogermana.
Y es que, más allá del ámbito deportivo, la Pujada a la Catedral se ha erigido como una carrera marcada en rojo para aficionados y, como dice Hartmann, gente que incluso no suele practicar deporte. No hay mejor manera de despedir el año que haciendo deporte y, a la vez, pasarlo en grande convirtiendo el pelotón de atletas en una alegre rúa de disfraces. Precisamente, este componente lúdico-festivo ha sido un factor determinante para que esta cita atlética haya experimentado un gran crecimiento en los últimos años hasta acercarse al millar de participantes. La corta distancia a recorrer, a pesar del duro trazado vertical, también ha ayudado a su popularización.
En cuanto al concurso de disfraces. el ingenio de las comparsas consigue sorprender a propios y extraños con vestimentas hilarantes y con algunas propuestas que resultarían a priori, auténticas locuras. Como el ciempiés de color verde formado por una quincena de participantes que realizaron el recorrido sin poder separarse. La recompensa a esta demostración de originalidad y coordinación la tuvieron al recoger el primer premio del concurso de disfraces.
También conquistaron el corazón de los jueces una simpática familia de elefantes, que se llevó el segundo premio. El tercer reconocimiento fue también para un disfraz de animal, aunque en esta ocasión muy navideño: un grupo de renos que arrastraba un trineo en el que Papá Noel llevaba sus regalos.
Además, la cita atlética permitió ver otros muchos originales disfraces. En muchos casos se trataba de personajes ambientados en las Navidades, como los Reyes Magos o Papá Noel. Rompió esquemas una comparsa cuyos componentes llevaban una mesa de banquete navideño (de cartón, no de madera) a sus espaldas. Una legión de gorros de Papá Noel también subieron hasta la Catedral.
Asimismo, se dejaron ver muchos superhéroes: desde los clásicos Superman o Batman, hasta otros procedentes de la animación nipona (Son Goku) o norteamericana (Buzz Lightyear, de la saga Toy Story). Incluso hubo quien mezcló personajes, como unos participantes que parecían ir ataviados de Tortugas Ninja y que ocultaban sus rostros tras sendas máscaras de Anonymous. Tremendo.
Por otra parte, cabe destacar el carácter solidario de esta XXXVI Pujada a la Catedral, ya que los organizadores recaudaron fondos en favor de las Asociación de Asperger de Ibiza.