Aparentemente, es una boutique normal. Únicamente las pegatinas de Cáritas y las etiquetas en los precios de la ropa nos hacen caer en la cuenta de que se trata de una tienda especial. Aquí podemos conseguir una falda por 3 euros, un vaquero a 4 y un suéter por 5. Cualquier persona puede comprar esta ropa de segunda mano que se recoge en los contenedores que Cáritas tiene distribuidos por toda la isla y que se ha inaugurado hace escasas semanas. El año pasado se recogieron un total de 402.000 kilos de material textil, de los que 22.527 se entregaron a las tiendas de esta entidad benéfica en Vila, Sant Antoni, Santa Eulària y Sant Jordi.
Es solo una pequeña parte de toda la que se recoge porque, según explica el coordinador de Cáritas, Gustavo Gómez, la ropa que se vende tiene que estar «en perfecto estado». Las prendas se trasladan desde los contenedores a la planta que Cáritas tiene en el polígono de Montecristo donde hacen la selección. Algunas son incluso de primeras marcas y todas llegan «limpias y en perfecto estado de revista», según recalca Gómez. Las personas sin recursos pueden adquirir esta ropa con los vales de 30 euros que se dan cada mes a las familias necesitadas. El año pasado se entregaron 1.652 vales gratuitos valorados en más de 33.000 euros. Además, un total de 350.000 kilos de ropa que no estaba en buen estado se trasladó a la península para venderla a empresas de reciclaje.
Pepa Cardona es ibicenca y lleva trabajando en Cáritas 15 años como voluntaria. Se emociona cuando le preguntan por su experiencia al frente de la tienda y recuerda que, hace poco, vino un escritor sin recursos con un vale y le dedicó un libro suyo. «Recibes muchas satisfacciones y algún que otro disgustillo», señala mientras atiende a una señora que acude para canjear su vale.
Pepa está muy contenta por cómo ha quedado la tienda, ubicada en la calle Carlos III, 27 de Vila, tras la reforma. Según señala el coordinador de Cáritas, la remodelación se ha llevado a cabo para invitar a la gente a comprar. «Con las ventas no esperamos sacar miles de euros pero sí una ayuda para revertirla después en los programas que tenemos en marcha», afirmó. La tienda que había antes era muy oscura y «acababa de hundir a la gente que venía con los vales. Ahora tiene cristales y mucha luz para invitar a la gente a que entre».
Aparte de ropa, esta tienda solidaria también venderá en el futuro productos elaborados a través del denominado sistema de comercio justo, una manera de «aportar un granito de arena para desarrollar los países del sur». Productos como chocolate de Brasil o muñecos de Honduras estarán a la venta en esta tienda para, según explicó Gómez, «demostrar que hay otras economías posibles y transmitir que, si nosotros estamos ahora mal, en los países pobres la situación es la misma siempre».