«La obra tendría que ir muy rápido para que acabáramos el edificio antes del verano. Probablemente tendremos que parar a finales de mayo». De esta manera argumentaban ayer fuentes cercanas a la obra que, tanto la demolición de la antigua estación marítima de la plaza de es Martell de Vila como la construcción del nuevo edificio que se levantará, se alargarán más de lo inicialmente previsto.
Desde Autoritat Portuària de Balears (APB) se insistía ayer en que el nuevo edificio estaría acabado antes del verano aunque la realidad es que el tiempo se está echando encima después del retraso que han vivido las obras «por papeleos», según especificaron los trabajadores de la obra.
La máquina retroexcavadora empezó ayer a demoler el viejo edificio y tardará una semana en tirar abajo el inmueble y otra en recoger los escombros, de manera que no acabará hasta después de Semana Santa. Una vez finalizada la demolición, los obreros cubrirán con hormigón todo el solar que ocupaba la antigua estación y empezarán a construir el nuevo edificio.
Teniendo en cuenta los plazos de la construcción, la empresa Isolux Corsán, encargada de realizar los trabajos, solo tendría tiempo de hacer la cimentación del nuevo edificio, los pilares y, como mucho, levantar la primera planta antes de que empiece la temporada turística. «Después quedará mucho trabajo, como poner los cristales, las barandillas o el voladizo», señalaron. Del antiguo inmueble solo se salvará el transformador eléctrico que servirá para iluminar la plaza cuando esté urbanizada.
El futuro edificio ocupará una superficie de 600 metros cuadrados, de manera que, si las obras se paralizan durante el verano por la afluencia de turistas, el resto de la plaza podría habilitarse como aparcamiento tal y como sucedió el año pasado siempre y cuando el Ayuntamiento de Vila concediera sus correspondientes permisos.
Durante la primera jornada de derribo fueron muchos los curiosos que se acercaron a la plaza de es Martell a observar cómo la retroexcavadora demolía la deteriorada estación. La mayoría coincidió en que era necesario derribarla aunque también mostraron sus dudas acerca de cómo será la nueva construcción.
Jesús Calvo, vecino de Vila, criticó que las obras empiecen unos días antes de Semana Santa «corriendo para que luego vengan los problemas».