El espíritu hippie inundó anoche el puerto de Eivissa en la inauguración de la escultura de 600 kilos fundida en bronce que el propietario de Pacha, Ricardo Urgell, ha donado a la ciudad en homenaje a este movimiento cultural que se instaló en la isla a finales de los años 60.
Entre la expectación de la multitud que se agolpaba para contemplar la nueva escultura, Urgell hizo un discurso en el que destacó la influencia del movimiento hippie en la historia de una isla en la que, según dijo, «los pageses ya eran entonces hippies en su forma de ver la vida». «Entre unos y otros tenemos esta maravillosa isla pero tenemos que conservarla para no morir de éxito», advirtió antes de descubrir la escultura que hasta entonces había estado cubierta con una lona negra.
Eivissa hippie
El autor de la fotografía en la que se basa la obra, Toni Riera, celebró que Eivissa sea «la única ciudad del mundo que tenga una escultura dedicada a los piratas (en referencia al monumento a los Corsarios) y otra dedicada a los hippies». Riera confió que, a partir de ahora, esta escultura sea el decorado de millones de selfies y el nuevo punto de encuentro de turistas y ciudadanos ibicencos.
La elaboración de la pieza, según explicó, se ha desarrollado en apenas unos meses «mano a mano» entre la escultora catalana Ció Abellí y el mismo fotógrafo. «Ella moldeaba y yo le decía que tuviera cuidado con la sonrisa o con los tejanos acampanados», comentó.
En un principio, el monumento debía estar elevado sobre un pedestal de seis toneladas concebido como un banco donde la gente pudiera sentarse aunque, por cuestiones técnicas incluidas en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI), el Ayuntamiento de Eivissa ha obligado a instalarla a pie de tierra.
Por su parte, el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, celebró la iniciativa del propietario de Pacha de rendir un homenaje al movimiento hippie «porque forma parte de nuestra historia» y auguró que será «un referente» a partir de ahora en la ciudad.
Ruiz destacó que Pacha es «una empresa que tiene otra manera de entender el ocio nocturno» aunque reconoció que «el equilibrio entre el descanso de los vecinos y la música es difícil».