La sede Cáritas en Eivissa es, a media mañana, un auténtico hormiguero de gente que va y viene pidiendo trabajo, comida o, simplemente, un poco de ayuda para llegar a fin de mes. Joan Marí está al frente de esta institución a la que entró hace diez años para hacerse voluntario y acabó como director. Trabajador jubilado de GESA, asegura que se mantendrá en el cargo hasta que el cuerpo aguante.
—¿Cuántas personas hay actualmente en riesgo de pobreza en Eivissa?
—Unas 1.500 personas fueron atendidas el año pasado en Cáritas y este año el número de personas se mantiene. La novedad más grande es que, aunque estas personas tengan trabajo, no tienen suficiente dinero para subsistir y tienen que venir a Cáritas a buscar alimentos.
—¿Siguen habiendo niños que pasan hambre en la isla?
—Por desgracia, sí. Cuando a la gente no tiene para llegar a fin de mes, una de las consecuencias es que a los niños también les falta una serie de alimentos para poderse desarrollar. No son niños que vayan solos por la calle sino hijos de familias con pocos recursos.
—¿Y cómo valora que suceda esto en una isla que se ha convertido en destino de multimillonarios donde se gastan cantidades desorbitadas?
—Yo siempre digo que Eivissa es un laboratorio porque aquí tenemos a los más ricos y a gente muy pobre en tan solo 574 kilómetros cuadrados y hay unas desigualdades enormes. En los últimos tiempos, los informes FOESSA, sobre exclusión y desarrollo social en España, hablan de que hay personas en Balears que no levantan cabeza de ninguna manera y que, aunque haya turismo y sea uno de los lugares más ricos de España, no lo notan. Además, Balears es uno de los sitios donde hay menos gente comprometida con asociaciones. Nos cuesta mucho comprometernos con cualquier asociación. Somos individualistas porque, históricamente, hemos vivido en una casa rodeada de terreno y no en un pueblo de vecinos.
—¿Falta voluntad política por acabar con la pobreza?
—Es una cuestión que está sobre la mesa pero creo que no hay nadie que lo tenga claro del todo. Somos 140.000 habitantes fijos y es imposible atender a toda la gente que llega en verano con el mismo personal. Tendríamos que hacer algo que no veo que sea posible. Por ejemplo, es imposible limitar el número de personas que vienen a Eivissa.
—¿Les gustaría que las administraciones públicas les pidieran opinión a la hora de abordar estos problemas?
—Tendríamos que trabajar todos juntos. Hay caminos para llegar y resolver las cosas y, sobre todo, hay que hacer cumplir las normativas que hay. Las leyes se tendrían que endurecer. Hay muchas cosas que son muy difícil de prever. Pero sí que podríamos hablar de un aumento de la calidad turística.
—¿A cuánta gente ayudan con los programas de reinserción social?
—En 2015 pasaron por nuestros talleres de Can Pep Xico y A tot drap un total de 98 personas, de las cuales han tenido inserciones laborales un total de 27, lo que supone casi un 28 por ciento de personas insertadas. El perfil medio son personas de nacionalidad española, de entre 40 y 60 años de edad y con trabajos residuales o parados de larga duración. A todos se les entrega una beca que sirve para paliar sus dificultades económicas que alcanza los 72.000 euros. En A tot drap se han recogido 400.000 kilos de ropa, de los cuales 7.500 kilos se han entregado gratuitamente en nuestras tiendas solidarias. Llegó un momento en que nos planteamos no tirar la ropa que no podíamos dar o vender en nuestras tiendas solidarias de Vila, Santa Eulària, Sant Antoni y Sant Jordi y decidimos reciclarla. La ropa que sobra la vendemos a una empresa de fuera de manera que todos los beneficios que conseguimos revierten en nuestros programas. En nuestro servicio de orientación y mediación laboral, les ayudamos a buscar empleo y, de 400 personas que hemos atendido, hemos conseguido que unas 40 encontraran un trabajo.
—¿Cuál es la situación económica actual de Cáritas? ¿A cuánto asciende la deuda de las administraciones por las subvenciones que les conceden?
—Contablemente, nuestra situación económica es ahora buena. Ha habido una remesa que nos han pagado recientemente y que nos ha levantado la moral. Los ayuntamientos nos dan el 70 por ciento de las subvenciones en el momento de firmar los convenios de las mesas de exclusión. Tuvimos problemas a partir del 2007 por culpa de la crisis económica pero ahora la situación está un poco más equilibrada. Tenemos la esperanza de que, si salimos adelante en el pasado, saldremos también en el futuro.
—¿Cuál es la principal fuente de financiación de Cáritas?
—Ahora mismo los fondos públicos que recibimos son un 60 por ciento de nuestros ingresos anuales que fueron el año pasado de 1,4 millones de euros. El resto, alrededor de un 40 por ciento, fueron aportaciones de la gente y de lo que vendemos a través de nuestros programas. Pero creo que tenemos una asignatura pendiente y el porcentaje tendría que ser al revés. Un 60 por ciento de aportaciones privadas y un 40 por ciento públicas, como pasa en Cáritas Nacional.
—Precisamente por ello van a hacer una campaña de suscripción para conseguir fondos entre la gente. ¿En qué consistirá?
—La vamos a empezar cuando pase agosto, a partir del mes de septiembre. Nuestro objetivo es explicar a la gente todas las cosas que hacemos. Queremos aumentar el número de suscripciones porque un socio es una persona con un compromiso serio con la institución y que da una aportación fija cada mes o trimestre.
—¿Son suficientemente solidarios los ibicencos?
—Nunca se es lo suficiente Por eso nuestro objetivo es conseguir más socios. La aportación de los particulares ahora es muy baja. Hay mucha gente que podría pagar mil euros. Si hubiera cien personas que pagaran eso de forma sostenida, lo que recaudáramos sería un colchón que ayudaría a Cáritas a vivir y seguir haciendo. Ahora mismo, las cuotas de afiliados representa solo un 6 por ciento de los fondos propios. Nuestras ventas suponen el 36 por ciento, los donativos el 28 por ciento y la aportación que hace el Obispado de Eivissa supone el 20 por ciento.
—¿Cuáles son las principales necesidades de Cáritas en estos momentos?
—Lo primordial es mantener los programas que tenemos. Es nuestra máxima aspiración. El año pasado inauguramos esta sede que tanto nos hacía falta para atender mejor a la gente. Ahora pretendemos mantener a la plantilla que tenemos y mejorarla si podemos.
—¿Cree que el centro asistencial de es Gorg podrá ser pronto una realidad a pesar de la diferencia de criterios sobre la atención que debe dar?
—Absolutamente. Tengo una confianza total en que se hará. Pero las distintas administraciones se tienen que poner de acuerdo y costear los gastos.
—Lo que todo el mundo tiene claro es que el albergue municipal de Vila no tiene suficiente capacidad para atender la demanda.
—El albergue de Vila tiene que crecer y me consta que desde el Ayuntamiento están trabajando en serio en este tema. El albergue actual no está en condiciones. Está en un tercer piso sin ascensor, lo que hace muy difícil subir hasta allí a una persona con problemas de movilidad. El albergue tiene que cambiar de edificio y aumentar las plazas porque tienen más demanda de la que pueden atender.
—¿Es entonces optimista con el futuro?
—Si mantenemos lo que tenemos y conseguimos aumentar las ayudas que recibimos, sin duda. Creo que nunca lo habíamos tenido tan cerca.
EL DETALLE
«Las personas sin techo han aumentado del 37 al 53% en 5 años»
—¿Han hecho un cálculo de cuántas personas no tienen un techo para dormir en Eivissa?
—El año pasado pasaron por aquí 230 y este año la cifra se mantiene. Sin embargo, en los últimos 5 años, ha aumentado 16 puntos, del 37 al 53 por ciento aunque el perfil de esta gente sigue siendo el mismo. Hombres españoles de entre 30 y 50 años de dad que no tienen vínculos familiares. En Eivissa solo tenemos el albergue municipal con 20 plazas que acoge a gente de toda isla y, con eso, nos apañamos como podemos. Estamos desbordados de gente y no tenemos sitio para todos. Aún así, las cosas han mejorado mucho en los últimos quince años. No es lo mismo la asistencia social que tenemos ahora, con presupuestos de todos los Ayuntamientos destinados a la gente sin recursos que lo que teníamos antes. Cada vez hay más unión y todos somos consciente del problema que hay.