El debate sobre el intento de control que, según el PP, quiere ejercer el Govern sobre la gestión de la Abogacía de la Comunitat Autónoma, se convirtió ayer en un cruce de reproches y descalificaciones que llevó a la presidenta del Ejecutivo, Francina Armengol, a reclamar a la portavoz ‘popular', Margalida Prohens, que «saliera del fango y del insulto». Muy irritada, Armengol comentó que «a lo que se ve, el fango y el insulto es un estado natural». La de Prohens era la tercera pregunta sobre la destitución de Lluis Segura como jefe de los juristas del Govern. Prohens mantuvo que no se podría creer «de ninguna manera» que ni la presidenta ni la consellera Pilar Costa no estuvieran al tanto de que Segura había retirado a la Abogacía de la acusación a Matas por dos piezas del Palma Arena.
«Tiene que destituirla por déspota e incompetente. Han mentido y si no la destituye será usted responsable», le dijo.
El caso de Bravo
Abrió el fuego el diputado Gómez, que se sienta en el Parlament junto a Antonia Perelló, directora general durante la época de Bauzá. Costa y la consellera Mateu, que también respondieron a preguntas sobre este asunto, recordaron que Perelló fue nombrada directora de la Abogacía recién elegida diputada y que actuó al dictado de los intereses de Bauzá, incluso defendiéndole en una querella personal del entonces líder de UGT, Lorenzo Bravo. La tesis del PP es que Segura fue apartado porque se negaba a seguir los «criterios políticos» del Govern, «secuestrado por Podemos y Més».
Perelló siguió con gesto serio el debate pero en ningún momento pidió la palabra por alusiones.
Partidarios del PP y de la izquierda jalearon las intervenciones con gestos y con palabras. «Dimisión», se oyó de un lado. «Vergüenza», se oyó decir en el otro extremo.