Una jugada de fútbol no vista por el equipo contrario o el seguimiento a un grupo de chicas en el patio puede desencadenar una disputa entre compañeros. La convivencia en las aulas genera situaciones de conflictos. Colegios como el CEIP de Santa Gertrudis hace frente a esas situaciones con prácticas grupales como los círculos restaurativos en los que se trabaja la educación emocional con el objetivo de prevenir el conflicto y trabajar la convivencia. El lunes pasado les tocó a una clase de 25 alumnos de quinto A. El grupo colocó las sillas en círculo, para verse las caras frente a frente y, lo más importante, hablan entre ellos.
El círculo es una estrategia integrada para trabajar en el colegio a partir del segundo y tercer ciclo de primaria. Los temas que se abordan son diversos y es el profesor el que decide cuándo es necesario. Puede servir para resolver un conflicto o para un trabajo de un proyecto. Al principio a los niños les costó exteriorizar lo que pensaban, pero después se familiarizaron con la técnica. «Son momentos en los que el niño se abre, es como una terapia de grupo», apunta Remedios González, la directora del colegio. El caso de bullyng de Palma fue uno de los temas de un círculo. «Te sorprende la respuesta. De entrada, lo ven como algo imposible que pase en este colegio porque se trabaja mucho en la base».
En los círculos se utiliza un pelota con la que se da el turno de palabra a cada alumno y que se van pasando. «Pueden decir lo que quieran, pero con respeto», precisa Remedios. El del lunes fue de una hora, pero su tutor, Armand Basilio, confiesa que «ha llegado a hacer círculos de dos horas».
Los alumnos en el círculo responden a las preguntas de la directora acerca de qué trabajan a través de esta técnica y cómo se sienten. «Trabajamos en la convivencia y me siento tranquila», responde una alumna. «Estoy más contenta porque no tengo problemas», añade otra. Una tercera comenta que «a veces cuando hay un conflicto lo solucionamos y me quedo muy a gusto», añade. «Resolvemos los problemas hablando; podemos explicar lo que nos han hecho», dice el siguiente. Surgen temas como los de los niños que están solos en el patio y cómo ellos les ayudan, otros explican por qué hay conflicto entre los grupos de niñas, «porque uno pensaba que le estaba espiando. Se enfadaban y gritaban», explica una de las niñas.
Interviene el tutor para «pedir sinceridad» en sus respuestas y pregunta si siguen grupos, «sí, pero se llevan bien», contesta uno. Todos coinciden en las bondades del círculo en su día a día, en el patio, en la clase y a conocer mejor al resto de sus compañeros. Durante la actividad, el tutor llama a un alumno que no para de moverse: «Levántate cinco segundos y dame lo que tienes en la mano», le dice. Con naturalidad, el niño para de moverse, se levanta, cuenta los cinco segundos, da al profesor el objeto con el que jugaba y vuelve a su silla. Conflicto solucionado.
LA NOTA
«¿Qué ha pasado?»
En las prácticas restaurativas cambia hasta el lenguaje. Una vez que se ha producido un conflicto, se le pregunta al alumno qué ha pasado, nunca qué has hecho. «Se hace reflexionar al niño, antes les preguntabas qué has hecho», dice la directora. Intentan evitar los castigos sin patio «porque pensamos que si no restauras la acción no tiene sentido», añade. Las prácticas restaurativas no es la única herramienta de prevención sino que en Santa Getrudis hacen una serie de estrategias, como los rincones, conferencias en las que a un niño se le da la palabra delante de la clase, el amic lector, las salidas o las fiestas.