Un ambiente festivo y de celebración fue el que reinó ayer en la casa de Catalina Cardona Costa, en Ses Païses. No era para menos, pues esta vecina de Sant Antoni cumplió ayer sus 100 años. «Ya llevamos varias vecinas centenarias este año», presumían desde el Ayuntamiento del pueblo en clara referencia a la longevidad de algunas de sus habitantes.
Catalina estuvo muy acompañada durante la mañana por sus hijos, demás familiares, un buen número de vecinos que se acercaron a felicitarla e incluso por el Grup folklòric Brisa de Portmany que acudió hasta la puerta de su casa para regalarle un baile y desearle molts d'anys i bons a Catalina.
Tampoco faltó el obsequio del Ayuntamiento de Sant Antoni que ayer le entregaron a Catalina en su 100 cumpleaños los concejales de Serveis Socials, Neus Marí, y Obres, Juan Costa. El regalo fue un anillo de oro de orfebrería tradicional ibicenca.
Esta vecina de Sant Antoni nació el 11 de diciembre de 1916 en Can Gerra, en Sant Mateu d'Albarca. Allí creció en el campo en compañía de sus padres y sus 9 hermanos, entre labores dedicadas al campo. «La vida en el campo es mucho más saludable», sentenciaba ayer Catalina. Allí cuidaba las ovejas y aunque asegura que «de matemáticas no entendía nada», recordaba con claridad que eran 27 las ovejas que cuidaba y que extraviar alguna de ellas le costaba una buena reprimenda en aquellos tiempos.
Fue a los 19 años cuando conoció a su marido, Joan Planells Tur, que era 7 años mayor que ella y de Can Miquel d'en Planells, de Sant Miquel. Contrajeron matrimonio antes de la Guerra Civil y tuvieron 7 hijos varones y una niña que murió al poco de nacer.
Los nombres que Catalina eligió para sus hijos varones y por orden de nacimiento fueron los de Joan, Miquel, Pep, Toni, Mariano, Vicent y Xicu. La familia fue vecina de Sant Miquel durante muchos años hasta que a principios de los años 60 se fue vivir a Sant Antoni.
Y en el municipio portmanyí, Catalina comenzó a trabajar en el sector turístico, primero en hoteles y después a cargo de los baños de la discoteca Es Paradís Terrenal en los años 70.
A sus 100 años, Catalina tuvo 8 hijos, tiene 14 nietos y 13 biznietos. Y lo de la longevidad, parece una constante en su familia. «Una hermana de ella, María Cardona, falleció con casi 102 y otra hermana, Margalida, ya tiene más de 90», explicó ayer su hijo Xicu Planells.
En cuanto al secreto de su longevidad, sus hijos no terminan de averiguar la causa, aunque barajan distintas hipótesis: «Los ibicencos que viven tanto tiempo son personas que han superado muchas trabas, que se han adaptado a todas las dificultades que han encontrado en su camino», consideró su hijo Vicent. «Es un motivo de genética y cariño», decía Xicu. Y mucho más pragmático se mostró Pep, cocinero de profesión, que aludió a la dieta como secreto de la persistencia en este mundo. «Mi madre lleva una dieta totalmente distinta a la nuestra porque apenas come carne, salvo excepciones. Se debe a dos motivos: a que ya no la mastica bien por la dentadura, pero también a que ella no está acostumbrada, antes se comía poca carne, igual una vez cada dos meses. Lo que más come mi madre son legumbres», analizó.
Todos coincidieron en destacar que Catalina es una mujer de carácter fuerte, «mala leche», bromeaban algunos de sus hijos mientras mostraban el garrote que todavía hay detrás de la puerta de la casa de Catalina, para poner orden en el caso de que sea necesario. «Siempre ha sido una luchadora», consideraron sus hijos.
EL DETALLE
Catalina y su marido Joan cuidaron los baños de Es Paradís en los 70
Catalina Cardona y su marido Joan Planells formaron un matrimonio muy conocido en Sant Antoni en los años 70 ya que al llegar al pueblo conocieron a José Aguirre, dueño de la discoteca Es Paradís Terrenal, y fue él quien les encomendó la tarea de cuidar los baños del establecimiento. Catalina cuidaba los baños de señoras y era su marido el encargado de los aseos de caballeros.
«Recuerdo que los turistas siempre estaban muy contentos, tenían mucha alegría, sonreían y bailaban todo el tiempo. Y también recuerdo que me dejaban buenas propinas, muchas propinas», bromeó Catalina.
Un horario complicado el que llevaba a cabo Catalina Cardona en aquellos tiempos pues acababa de trabajar sobre las cinco de la madrugada y «dormía muy poco, enseguida me tenía que levantar porque tenía muchos hijos que atender y algunos todavía eran pequeños», revivió ayer, a sus 100 años.