La estrella de Belén guió ayer a los tres Reyes Magos hasta su destino: Santa Eulària. Media hora por encima de lo previsto, las 18.00 horas, tocaron tierra a bordo de un barco en el embarcadero de sa Punta, donde les esperaban ilusionadas unas 200 personas. «Papá, ¿dónde está Melchor?», le preguntó un niño a su padre. Pero la verdad es que las tres majestades fueron recibidas con aplausos, gritos y un séquito de músicos de la Agrupación Musical Nuestra Señora de La Estrella, que les acompañaron en su corto e intenso viaje por las calles del municipio.
Como si de un sueño se tratase, los más pequeños de la casa no quisieron perderse ni un solo detalle de la cabalgata, no vaya a ser que sus Majestades de Oriente se olviden de su regalo. Tras viajar por multitud de países, los Reyes Magos ocuparon sus brillantes y luminosas carrozas para llenar de ilusión cada rincón de la Villa del Río.
Al son de la música y precedidos por pajes, lanzaron cientos de caramelos sin gluten y aptos para los alérgicos a la leche, a la vez que saludaron al público. Los largos meses de espera se vieron reflejados en el gran recibimiento de los vecinos santaeulalienses, la admiración hacia los Reyes Magos fue toda una realidad que conquistó sobre todo a los más pequeños.
Cargados de bolsas, los niños tenían un claro objetivo: llenarla de caramelos. «¡Échame a mí, a mí!», gritaron sin cesar a sus majestades para que les lanzaran dulces. Así se repitió desde la calle Sant Llorenç, Sant Joan y Osca hasta la vía principal, donde tras media hora de recorrido los Reyes Magos hicieron una breve parada en la capilla de Lourdes. En este lugar, Melchor, Gaspar y Baltasar adoraron al Buen Jesús mientras una decena de niños les regalaron cantos navideños, antes de llegar a la Plaza España para repartir la magia de los regalos.
Una vez en el exterior, los chiquillos se agolparon para hacerse una foto con sus majestades y aprovechar para pedir caramelos. «¡Melchor, una foto por favor!», le reclamó una madre para guardar un recuerdo de esta cabalgata. Otros fueron más allá: «¡Gaspar, quiero caramelos!», le pidió un joven. Los padres también interrogaron a sus hijos acerca de su comportamiento. «¿Te has portado bien?», le preguntó un padre a su pequeño. Otros les dejaron claro que los sabios Reyes Magos «les darán un regalo si su comportamiento fue bueno». Tras una hora de recorrido, sus majestades juntaron sus carrozas en la Plaza España para repartir los esperados presentes. Antes, el alcalde Vicent Marí subió al escenario para leer en voz alta su carta a Melchor, Gaspar y Baltasar. «Pedimos que llevéis la paz y la esperanza a los países en guerra y también que los habitantes de Santa Eulària tengan salud, alegría y trabajo». Acto seguido fue el turno de los protagonistas de la noche: los niños. El viaje de los Reyes Magos de Oriente terminó, así, hasta el próximo año.