Una regla no escrita a la hora de informar de los acuerdos que se toman en las reuniones semanales que celebra la Junta de Portavoces del Parlament establece que el portavoz socialista, Andreu Alcover, cierra la ronda de comparecencias ante los medios de comunicación. Lo habitual es que ya haya intervenido Laura Camargo, la portavoz parlamentaria de Podemos en las Islas o, en su ausencia, el secretario general Alberto Jarabo. Esa norma se incumplió el último jueves.
Después del pleno del día anterior y de una reunión en la que los representantes del PSIB y Més presionaron a Laura Camargo para que aceptara presidir el Parlament si Jarabo no daba el paso, éste decidió poner todas sus cartas sobre la mesa. Le llamaron por teléfono (o aparentó que le llamaban) cuando le tocaba intervenir y esperó a que terminara el portavoz socialista. Admitió que su candidato era ‘Balti' Picornell; dejó claro que existía un rechazo expreso de sus socios; afirmó que tenía la «sensación» de que no le querían por ser ‘carpintero metálico' y aseguró que interpretaría como una ruptura de los acuerdos de 2015 que no se aceptara su propuesta ya que la presidencia del Parlament correspondía a Podemos. Añadió que habría que replanteárselo todo.
No era la primera vez que alguien de Podemos sugería la posibilidad de «replantear» el acuerdo que llevó a Francina Armengol a la presidencia del Govern (y a Xelo Huertas a la del Parlament y a Miquel Ensenyat a la del Consell), pero aquel día tuvo un efecto diferente por el ambiente crispado.
Todo lo que está pasando en Podemos se entenderá mejor con la fotografía central de esta página. Es del 27 de octubre de 2016 y pretendía visualizar un pacto entre el Govern y Podemos para los Presupuestos de 2017. Dos días después, Jarabo recibía en una reunión del Consejo Ciudadano Autonómico (su dirección) una censura en toda regla y varios cargos, no sólo Huertas y Seijas, le censuraban por esa foto y otras similares de días atrás.
La asamblea estatal
El 28 de octubre el Govern remitía al Parlament los Presupuestos y agradecía «el apoyo de Podemos». Un Jarabo sonriente, no cerraba la puerta a acuerdos futuros de mayor calado. El resto de la historia es conocida: días después, el secretario de Organización estatal del partido de los círculos, Pablo Echenique, anunciaba la suspensión de militancia de Huertas, Seijas y Daniel Bachiller.
La presidenta Armengol y el vicepresidente Barceló, que en este asunto siempre han ido de la mano, pensaban que este asunto se zanjaría en poco tiempo. No otorgaban demasiada importancia a algunas críticas internas –que se exageraban al pasar del universo interior al de las redes sociales– y daban por hecho que 2017 definiría el inicio de una nueva etapa. Se habían autoconvencido de haber apuntalado al líder ‘podemita' (que también les salvó el Presupuesto) y reclamaban la ‘devolución del favor'. Es decir, la estabilidad.
Alberto Jarabo parecía el relevo más lógico para el Parlament. Y si no Jarabo, Laura Camargo. Eran el ‘poder' del partido y, desde la óptica de Més y PSIB, controlarían cualquier desavenencia. «Yo soy más de dar voz que de quitar la palabra», respondió Camargo a una de las propuestas para que presidiera el Parlament.
El Govern tiene una pesadilla, y eso explica la negociación y los vetos. Su pesadilla es un Podemos sin control. «Es que no sabemos quién manda ahora», dijo un socialista tras una reunión de la comisión de seguimiento de los pactos.
Camargo está convencida de que quieren acallar su voz y desdibujar el papel que Podemos ha jugado esta legislatura. Alguien que se sienta en la mesa del Consell de Govern explicaba el viernes que «este Podemos no es el mismo con el que pactamos». Lo ve «menos cohesionado» y «más débil». Y aún queda esperar a la asamblea estatal de Vistalegre.