El torrente y el milenario sistema de canalizaciones del agua de regadío de es Broll vuelven a gozar de todo su esplendor gracias a las abundantes lluvias caídas durante los últimos meses en la isla. Las riadas han hecho gran parte del trabajo de mantenimiento de éste y otros torrentes, cuya competencia es del Govern balear, pero la obra de ingeniería agrícola que forman acequias, canales, molinos, aljibes y albercas en este paraje de Buscastell se conserva gracias a la comunidad de regantes.
Ayer, unas cuarenta personas participaron en la jornada de limpieza anual del sistema de riego de es Broll, que los vecinos llevan a cabo normalmente durante el primer fin de semana de abril. Como consecuencia de los últimos temporales, ha sido necesario adelantar la tradicional jornada de limpieza voluntaria porque las acequias y canales habían quedado obstruidos parcialmente, sobre todo con grava y piedras, y el agua del manantial no circulaba con la fluidez necesaria para abastecer a las fincas de cultivo.
A sus casi 70 años (los hará el 15 de marzo), Lucas Costeria asegura no haber visto «nunca» brotar el agua del manantial como ahora. Junto a José, Juan y Toni conforma una de las cuadrillas encargadas de retirar la grava que se acumula en las acequias de la zona norte, más próxima al nacimiento del manantial. Mientras se emplea a fondo con la azada, propone o bien «que se asfalte» la vía contigua a la acequia, como solución para que la gravilla del camino no obstruya dichas arterias, o bien «poner unas chapas a modo de cubierta para que [la grava] pase por encima, y que puedan levantarse cuando sea necesario limpiar».
Costeria bendice las lluvias del invierno porque «han salvado de la muerte» a multitud de almendros y porque garantizarán unas excelentes cosechas de patata, lechuga o pimiento.
Varios cientos de metros más abajo dirige otra cuadrilla Vicente de Can Damià. Aunque admite que los temporales arrancaron árboles y sembraron de piedras y cañas el torrente, explica que el agua será «buenísima» para los cultivos y el forraje de los animales. «Es vitamina pura para los naranjos», añade uno de sus compañeros de limpieza.
Aguas cristalinas
Otra quincena de regantes y voluntarios trabaja en los sistemas de canalizaciones próximos a la finca Can Max, donde reside uno de los viejos molinos de agua de es Broll. Todos contemplan las aguas cristalinas que descienden desde el manantial. El joven regante José Miguel Bonet no recuerda haber visto nunca semejante caudal: «Es brutal».
«Estamos contentos porque este verano va a ser bueno de cosecha: berenjenas, tomates, coles, habas, patatas, lechuga, naranjas... Si es Broll baja lleno, el que tenga un safareig lo almacena y va regando cuando toca. Si no hay nada raro tendremos agua para todo el verano. Hace dos años no bajaba nada, estaba seco. Mejor que sobre que no que falte», argumenta Bonet tras acabar su tarea de sacar unas piedras que estaban taponando la acequia. «Lleva mucho trabajo porque no es barro y encima la corriente del agua te lleva las piedras», explica.
La riada de las últimas semanas arrastró multitud de rocas torrente abajo, pero los pageses no tienen permitido trabajar en él. «Está muy sucio, pero la riada fue muy grande y lo arrastró todo. El agua ya es clara y es propia del nacimiento», explica José Costa Torres, uno de los más veteranos de entre los regantes y voluntarios, quien asegura que con tal cantidad de agua «habrá consumo para los agricultores para cuatro años». Una bendición.