El maestro y educador José María Toro dará esta tarde a partir de las 19.30 horas la conferencia Educar con co-razón en familia, dentro del ciclo La aventura de educar en familia que se celebra en el Palau de Congressos de Ibiza, ubicado en Santa Eulària. Este ciclo está organizado por el Ayuntamiento de Santa Eulària.
—¿Educar con razón o con corazón?
—El hecho de partir la palabra es para advertir que en el corazón hay una racionalidad y una sabiduría. Educar con corazón no es una solamente una cuestión de sensiblería y sentimientos sino que es mucho más. El corazón integra la parte cognitiva y racional.
—¿A quién transmite ese mensaje?
—A toda la comunidad educativa, porque los que educan a los niños son tanto los padres como los profesores. Soy maestro de primaria pero ahora llevo un año dedicado a la formación de padres y profesores y a escribir.
—Usted dice que la escuela debe formar a un ser humano? ¿cree que eso se consigue?
—No sé si se consigue. La manera de conseguir algo es como lo hacen los niños, que le dan la vuelta al infinitivo y es seguir con. La formación se ha de ofrecer en las mejores condiciones para acompañar a los niños en su desarrollo. Yo uso la palabra incorporar. De toda la formación recibida la que lleva a un puesto de trabajo es la que se ha incorporado, en la que los padres y educadores incorporan otras actitudes, valores y modo de presencia.
—¿Qué modo de presencia?
—Presentar la esencia, donde los niños al estar con adultos reciban lo mejor del ser humano, como la paz o la serenidad. Todo lo que nos hace humanos.
—¿Cuál ha sido su experiencia como profesor?
—Ha sido fundamental. Ahora estoy compartiendo una experiencia de mi vida como maestro.
—¿Se considera un maestro vocacional?
—Más que vocacional, de destino. Yo digo que hay cuatro clases de profesores, de salario, profesional, de vocación y de destino. El maestro de destino es de vocación, que ejercita un trabajo y recibe un salario adecuado, que siempre ha sentido que se iba a dedicar a esto.
—¿Cree qué hoy en día pesan más las calificaciones que la educación en valores?
—Desgraciadamente sí. El sistema de calificaciones se sostiene por poco tiempo. No muestra la complejidad del hecho educativo. Es absurdo el sistema de calificaciones. Si pasamos un control para evaluar los conocimientos a un alumno y saca un ocho de puntuación pero si se vuelve a pasar en un mes, baja la nota y un año después, suspende ese mismo control. Se trata de incorporar, no es tanto la nota que saca, sino lo que ha aprendido, la información y el conocimiento del mundo que le rodea y del conocimiento en sí mismo. No es sólo para un bien personal sino para un bien que incluya un bien general.
—¿Y ayuda los cambios en las leyes de educación?
—Tal y como está el sistema es difícil. Afecta todo el tema de la burocracia que aplasta al maestro. Siento que la experiencia de un niño en la escuela no la marca una ley, sino las vivencias que tiene el maestro delante del niño. La pieza angular de mi visión de la educación está en el educador.
—¿Familia o maestro?
—Los dos. Antes estaban muy diferenciadas pero hoy disponen de mucha información en el ámbito familiar y en la escuela conviven con sus compañeros. Familia y escuela deben unir fuerzas y que la labor educativa sea mucho más que enseñar e instruir. Educar con corazón es sacar sus máximas posibilidades y a través de experiencias vivenciales puede contactar el niño con las emociones y saborear las cosas. Por ejemplo, en actos como el Día de la Paz, no se trata sólo de dibujar palomas picassianas sino saborear la paz. Apuesto por una escuela de la sabiduría para que el niño saboree el conocimiento y ese conocimiento oriente sus decisiones más adecuadas a su vida.