Lolo y su familia llegaron hace un mes a la isla desde Granada. Desde hace seis años se desplazan durante siete meses a Ibiza para hacer la temporada en el sector de la hostelería. Este año son siete mujeres y cinco hombres. Hasta ahora siempre habían alquilado una casa, pero esta temporada les ha resultado imposible.
«Hemos buscado por todos lados pero las cantidades que nos pedían eran inasumibles. 5.000 euros de alquiler, un mes de garantía y otros 5.000 euros de depósito. Y todo por adelantado. Hace dos años una compañera de Valencia estuvo aquí. Al no encontrar nada para alquilar, vinimos a ver cómo estaba la situación». Lolo y el resto de familiares llegaron semanas atrás al edificio de es Viver localizado entre las calles Cosme Vidal Llácer y Jacint Aquenza. En una esquina de la edificación de tres plantas quedaba un espacio libre de ocupantes, pero lleno de basura. «Lo limpiamos y acondicionamos y aquí estaremos mientras podamos. La mayoría tenemos contratos laborales y no era cuestión, ni está el panorama para renunciar a un trabajo», apunta el hermano de Lolo mientras prepara la comida en una barbacoa localizada junto a una zona de aseo.
El esqueleto del inmueble inacabado en es Viver viene siendo ocupado desde hace cinco años por decenas de personas. Hay quien vive todo el año y también hay lugar para los temporeros, como es el caso de la familia de Lolo. Ellos representan una de las caras que presenta el grave problema de vivienda que hay en la isla. «Era esto o la nada», lamenta un miembro de la familia. «Hacemos cinco meses de temporada en el campo de Granada y otros seis o siete aquí. Pero si la cosa no cambia, el año que viene ya veremos qué hacemos», indica.
Las estancias ocupadas por los ‘fijos' del solar han sido equipadas con ventanales, antenas de televisión y otras equipaciones. Por dentro, los ocupantes han levantado paredes con palés, maderas, somieres o cartones. «Entiendo que la convivencia es la propia de un lugar como este. Es la primera vez que vivimos en estas condiciones. Cada uno va bastante a la suya, pero evidentemente hay algunos que causan más problemas que otros. Hace unos días la policía vino y se llevó detenido a un chico que ocupaba una pequeña habitación», apunta uno de los okupas que prefieren mantenerse en el anonimato.
Control policial
Según apuntan fuentes municipales, la Policía Local y personal de Servicios Sociales suele hacer una visita cada mes. «Al poco de llegar vinieron unos agentes, nos identificamos y comunicamos porqué estábamos aquí», indica uno de los nuevos ocupantes de este esqueleto de ladrillos que por las noches se ilumina con la presencia de fogatas. En los aledaños del edificio se acumulan enseres y basuras abandonadas. Esta es una de las principales quejas de los vecinos, un aspecto que también lamentan algunos de los residentes. «Aquí hay unas cincuenta personas y está claro que algunas son problemáticas», señala. Entre las paredes del edificio hay quien trapichea con drogas y se producen episodios de violencia. La policía y los bomberos han tenido que acudir en varias ocasiones para atender problemas por disputas o incendios.
La construcción quedó a medio alzar en un gran solar de es Viver y el inmueble inacabado ha sido desde hace años un refugio o solución habitacional para centenares de personas. Una situación que muchos vecinos ven como un problema enquistado.
LA NOTA
Molestias por peleas, incendios, basura acumulada y venta de droga
Los vecinos de las casas próximas a la construcción abandonada y convertida en un edificio okupa viven con un ojo pendiente de lo que sucede en el solar tapiado en la confluencia de las calles Cosme Vidal Llácer y Jacint Aquenza. El año pasado se registró un incendio que dejó un herido y la presencia policial en la edificación no es extraña. La construcción fue abandonada hace unos seis años por la quiebra de la empresa responsable. Según informaron fuentes municipales, el Ayuntamiento de Vila ha intentado ponerse en contacto con los propietarios pero no ha obtenido ningún resultado. El año pasado, el Consistorio consiguió un permiso y procedió a la retirada de una grúa de grandes dimensiones que todavía estaba presente en el solar y que entrañaba un serio riesgo. Lo que estaba llamado a ser la entrada principal al número 1 de la calle está sellada con bloques. Los accesos afloraron por la parte posterior.