«Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de ti permanecerá dormida». Así reza la placa de despedida de Zar (2002-2017), un cocker que ocupa una de las últimas tumbas de mascotas aparecida en el cementerio ilegal que se extiende año tras año cerca de la playa de sa Caleta. Con vistas a Cap des Falcó y a lo largo de 100 metros de bosque se pueden encontrar un centenar de túmulos de piedras que esconden los restos de perros y el último adiós de sus dueños.
Collares, corazones, cruces, muñecos, flores y muchos mensajes de ‘Love' acompañan estas tumbas que se acumulan, la mayoría, unas pegadas junto a otras. Al lado de Zar se encuentra una tumba que data de hace diez años, la de Goa (1995-2007), que conserva en perfecto estado la foto que ilustra su pequeña lápida, a diferencia de otras fotos, que han acabado desteñidas o completamente borradas por las inclemencias del tiempo y los excesivos rayos de sol.
Sobre la mayoría de sepulturas cuelga un collar u objetos que acompañaron en vida a estos perros, como huesos, mordedores o, incluso, cepillos de pelo, aunque también se encuentran curiosidades como un bote de pintura y un pincel, palmeras de plástico, media barra de pan, un molinillo de viento, conchas o, incluso, botellas de champán. Es el caso de dos tumbas presididas por una botella de Freixenet y otra de Moët, en un último brindis de los dueños hacia sus mascotas.
Muchas marcan la diferencia como la de Archi, con unas manos grabadas sobre cemento; la de Susi (2001-2007), cubierta con piedras de colorines; la de Rey, con su cara pintada sobre una piedra, o la de Chola (2000-2016) que aparece en la foto con su dueña («Te quiero y te extraño mi nena»). Otras destacan por su simpleza y solo cuentan con piedras alrededor y adornadas con palos o piñas, mientras que algunas rozan la imprudencia con velas encendidas.
Este cementerio improvisado con vistas al mar y que bordea un acantilado al este de sa Caleta se ha convertido en Ibiza en una alternativa para aquellos dueños que se niegan a enviar a sus mascotas al vertedero de Ca na Putxa, la única opción legal que se ofrece en la isla. Hay otros puntos donde se empiezan a enterrar mascotas de forma vistosa como en la cima de Sa Talaia de Sant Antoni, donde descansan en grandes y coloridas tumbas Lia y Alf.
Las instituciones, de momento, descartan su responsabilidad sobre estos ‘cementerios'. Desde el Consell d'Eivissa apuntan que el entierro de mascotas es competencia exclusiva de los ayuntamientos, ya que son los que llevan el registro de animales domésticos, y recuerdan que la normativa considera a los cuerpos de mascotas como «residuos de categoría 1» y su eliminación tiene que ser mediante incineración, aunque en Ibiza no existe esta posibilidad, o bajo la autorización de los consistorios y cumpliendo las leyes de higiene y salubridad para evitar la contaminación de aguas.
El Ayuntamiento de Sant Josep apuntó que el terreno donde se encuentra el cementerio de sa Caleta pertenece una parte al Parque Natural de ses Salines y otra parte a un propietario privado y reconoció que es un tema «complicado» con «difíciles soluciones». «Desde el Govern balear, el Ayuntamiento y los propietarios del terreno se tendrá que encontrar una solución para evitar los riesgos que esta práctica, emocional pero totalmente prohibida, podría suponer tanto para la salud como por el alto riesgo de incendio», apuntaron fuentes municipales. En este sentido, reconocieron que hay problemas de insalubridad, ya que «algunos dueños de las mascotas las entierran casi en la superficie sin respetar la profundidad mínima necesaria e, incluso, algunos solo cubren los cuerpos con piedras».
Respecto a las velas, desde el Consistorio apuntaron que es un tema «preocupante», sobre todo en verano con las altas temperaturas. En este caso, aseguraron que tanto los agentes de Medi Ambient del Govern balear como del Ayuntamiento, y conjuntamente con el propietario, tendrán que acordar una actuación para salvaguardar el bosque de un posible incendio accidental. Sobre este punto, añadieron que es una «irresponsabilidad» dejar cualquier tipo de velas o vidrios, como las fotografías de perros enmarcadas, que puedan provocar un fuego.
De todas formas, desde el Consistorio josepí, también mostraron su «sensibilidad» hacia aquellos dueños que quieren algo más para sus mascotas que llevarlos al vertedero de Ca na Putxa. Es por ello, que recordaron que en caso de quererlos enterrar «lo correcto sería pedir permiso al propietario del terreno y hacerlo con su autorización».
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Sant Antoni explicaron que los terrenos de sa Talaia son privados y que no consta ninguna denuncia sobre este asunto. De todas formas, añadieron que no existe «ningún riesgo» de salubridad en esta zona, aunque «las competencias en salud animal son del Consell».
Animalistas
Desde las protectoras de animales de la isla lamentan que se tenga que llegar a esta solución «ilegal» por la falta de opciones que dan las instituciones a los dueños cuando mueren sus animales de compañía. La delegada en Ibiza de Assaib (Asociación Animalista de las Illes Balears), Andrea Manzano, recordó que «legalmente no se puede enterrar a una mascota». «Legalmente lo que hay que hacer es llamar al servicio de recogida de basuras, pero es muy triste. Se tiene que solucionar y pronto», apuntó Manzano, que recordó que una de las reclamaciones de los animalistas es construir un crematorio de animales en Ibiza, ya que «somos muchas las personas que tratamos a nuestras mascotas como parte de la familia».