Tras lanzarse más de dos mil quinientos kilos de tomates y cuando pasaban algo más de diez minutos de las ocho de la tarde, el bando de los cartagineses de la villa de Portmany y el bando de los romanos de Sant Josep dieron por concluida la tradicional batalla que organiza todos los años en la Platja de S'Arenal de Sant Antoni la Associació de Cartaginesos i Romans con motivo de las fiestas de Sant Bartomeu. Se repartieron abrazos, bromas y se hicieron las fotografías de rigor todos juntos. Sin embargo, esta imagen idílica que cierra siempre la tradicional Fiesta de Cartagineses y Romanos estuvo a punto de venirse abajo cuando un enfrentamiento personal entre dos de ellos, que fue subiendo de intensidad y extendiéndose a otra media docena de participantes a pesar de la prohibición de lanzar tomates a la cara, estuvo a punto de llegar a las manos.
Hubiera sido una auténtica pena y un borrón a una fiesta que cada año congrega más gente en los laterales del paseo de la playa. Ayer había más de medio millar de curiosos y eso refleja que este evento está totalmente consolidado por más que este año se echara en falta más personal entre los ejércitos, sobre todo entre los romanos, compuesto apenas por una treintena de valientes. Y enfrente, el bando cartaginés apenas presentaba una veintena más de miembros entre sus filas pero con vestidos menos trabajados que sus contrincantes.
Precisamente, éste fue uno de los borrones de la edición de este año y algo que los organizadores deberían mejorar para ediciones posteriores. Entre muchos de los asistentes no gustó que, por ejemplo, entre los cartagineses casi hubiera más reclutas vestidos con bañador y con pantalón corto que el tradicional uniforme de sus ejércitos. Como tampoco acabó de gustar mucho que en medio de la batalla se dejara entrar a algún participante en el lado romano en camiseta con el logotipo de un grupo de rock y pantalones vaqueros.
Igualmente, también parece que se ha perdido un poco la imaginación de otros años a la hora de elaborar los uniformes. Si bien es cierto que muchos parecen sacados de una película e incluso de un videojuego como God of war, algunos de los que llevan más tiempo viniendo a ver la fiesta echaron en falta la llegada por parte de los ejércitos en llaüt, con sus antorchas encendidas e, incluso, la catapulta que fue una de las grandes sorpresas de ediciones anteriores. Afortunadamente, hubo bandas de música en los dos ejércitos para animar a los contendientes antes de la batalla, destacando la presencia del director de la Banda Municipal de Sant Antoni y miembro de Projecte Mut, Frank Cogollos, entre las filas romanas.
Eso sí, cuando después de que no llegaran a un acuerdo de paz los pobladores fenicios de Yboshim y las tropas del general romano Cneo Cornelio Escipión dio comienzo la batalla y ellos optaron prudentemente por seguirla desde lejos. Mejor, porque ninguno de los participantes escatimó esfuerzos y todos acabaron sudando, manchados del jugo del tomate y, lo que es más importante, sin tener que lamentar ninguna lesión de importancia. Incluso, y a pesar de las advertencias por parte de la organización, también los visitantes y turistas recibieron lo suyo ya que aunque está prohibido lanzar hacia los laterales muchos proyectiles fueron a parar de forma accidental contra el público y éste, en lugar de achantarse, los recibieron con alegría y alborozo. Lo bueno de una guerra divertida en la que no se vierte sangre sino zumo de tomate.
Tomates de la península
Normalmente los tomates que se emplean en la Fiesta de Cartagineses y Romanos de las fiestas de Sant Bartomeu son tomates maduros que han sido donados de forma altruista por los agricultores de la zona de Sant Antoni. Sin embargo, este año la lluvia que cayó durante el mes de julio ha provocado que no hubiera producción y que se hayan tenido que traer desde la Península. Una circunstancia que sin embargo no impidió que los dos ejércitos tuvieran 4.500 kilos para lanzarse unos a otros