Rosa Redolat (Eivissa, 1960) se ha convertido en el azote de los políticos de la isla a pesar de trabajar como funcionaria en el Ayuntamiento de Vila. Licenciada en Derecho y exmilitante de Gent per Eivissa, es desde hace un año una de las caras visibles de la plataforma ‘Prou! Pitiüses en Acció', un colectivo de ciudadanos indignados con la falta de control frente al caos reinante en la isla.
—¿Cómo y por qué surgió la plataforma Prou! Pitiüses en Acció?
—Prou nace de un señor, Toni Pedro, que un día en una página de Facebook, leyendo quejas de todo el mundo, en agosto, de repente se hartó y cambió el nombre de su página y le puso Prou! Y se fue a dormir. A la mañana siguiente se levantó con 6.000 seguidores. Tal cual. Fue cofundador del GEN y cuando vio tantos seguidores pensó que habría muchas personas con ganas de hacer algo y nos lió a unos cuantos.
—¿Cuántos miembros conforman actualmente el colectivo?
—Hay unos 9.000 seguidores en la página de Facebook, en la directiva somos entre 10 y 15, y luego hay más de medio centenar de socios.
—¿Cuáles son sus principales reivindicaciones?
—Queremos dejar claro que nosotros decimos sí al turismo. Sabemos que Ibiza vive del turismo, pero queremos un turismo con más control, pedimos sobre todo que haya control, que se busque el equilibrio y un turismo sostenible. Somos una isla con un tamaño y tenemos que convivir empresarios, políticos, turistas, residentes... Pero de una forma más pacífica.
—La pasada semana cumplieron un año de vida. ¿Qué destacarían? ¿En este tiempo han variado sus objetivos?
—Más o menos lo mismo porque no han cambiado mucho las cosas. Al contrario, este verano está siendo bastante calamitoso y excesivo. Sí que las actividades de los que hemos ido tratando con la gente nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que se queja y está molesta, con temas recurrentes, y ves que hay muy buenas palabras por parte de los políticos pero no se llega al fondo; siempre es para mañana, el mes que viene, el año que viene, y hay gente que se está quemando. Nos gustaría ver más reacción política, más hechos y menos palabras.
—¿En qué medida funcionan las ‘truitades' que están llevando a cabo en diferentes playas de la isla? ¿Algún ayuntamiento o institución les está mostrando su apoyo? ¿Están reaccionando?
—Hemos notado algo de efecto, aunque muy sutil. Ha habido detalles como que se abren expedientes, nuevas ordenanzas del ruido... Han bajado del burro y reconocen lo que decimos, que muchos ‘beach clubs' no tienen licencia como tal. Les pedíamos por escrito que nos pasaran las licencias de algún local y en lugar de eso salen reconociendo que solo tenían licencia de restaurante. Antes se pasaban la pelota del Consell al ayuntamiento, y ahora parece que reaccionan. Pero falta más por parte de los políticos.
—Además de protestar cívicamente en las playas y a través de las redes, ¿cuántas denuncias han interpuesto ante las autoridades?
—Bastantes. Nosotros empezamos presentando denuncias cuando hubo lo de Porroig porque hay que utilizar el procedimiento administrativo que es lo más efectivo, porque la administración está obligada siempre a responder. Hemos presentado denuncias sobre el tema de las Salinas, sobre Cova Santa, también sobre obras irregulares en la costa en Santa Eulària y de fiestas ilegales, que es facilísimo controlarlas a través de Facebook y la mitad por lo menos las podrían parar. Algunas que hemos denunciado las ha parado la Guardia Civil, pero ahora van saturados. Entendemos que es imposible ir a todas o denunciarlas todas, hay tal cantidad que es imposible pararlas. Y se cobra y todo esto es dinero negro. Nosotros defendemos el turismo, pero la mayoría de pisos turísticos son dinero negro, la mayoría de negocios sin licencia trabajan en negro, estas fiestas ilegales que cobran hasta 30 euros por la entrada, también. Que se dejen de cuentos de que esto es beneficio para la isla; es para el que lo organiza, que se lo lleva a su casa y se va de rositas.
—¿Todo esto es por falta de funcionarios o hay algo más?
—¡Qué tema has ido a sacar, que soy funcionaria! [risas]. Reconozco que las policías locales están bajo mínimos por culpa de la famosa ‘ley Montoro', pero se podría hacer un esfuerzo mayor del que se hace. Menos asesores y más trabajadores. A lo mejor no puedes poner policía, pero sí inspectores. Un asesor, si no es funcionario de carrera, no puede abrir expedientes ni puede multar. Lo que se necesita son funcionarios de carrera, pero cada vez que nombran asesores o cargos, ellos no pueden ir a la calle a inspeccionar.
—¿Les están defraudando los nuevos gobiernos autodenominados del cambio?
—Sí. Nosotros nos hemos reunido con todo tipo de políticos, los que gobiernan, la oposición, ayuntamientos de Sant Josep y Sant Antoni... Yo digo que no hay partidos malos, sino el que está en ese momento. Y entre los actuales hay gente válida pero también gente que me ha decepcionado. No hay cambio, lo que esperaba la gente de una reacción mayor... Tienen buenas ideas, un trato muy agradable, están dispuestos a escuchar, pero no veo efectividad, incluso alguno se enfada cuando haces según qué críticas. Hace poco hice un artículo en el que decía que parece que viven en un mundo paralelo, pero todos, y algunos se enfadaron y me llamó la atención que se mosquearan los de nuevos partidos, que tendrían que hacer más autocrítica. En vez de decir, y qué es lo que te parece mal, se enfadan y te critican. Cuando la gente se queja, en vez de decir que el artículo es basura, piensa por qué lo dice.
—¿Se escudan demasiado en la falta de competencias o en la Ley Montoro?
—Yo soy licenciada en Derecho y funcionaria y lo que me gusta de la gente es que se informe. Es como cuando nosotros presentamos una denuncia, cogemos todos los diarios y vemos lo que habéis sacado, coges la ley y te la miras, y luego ya sabes por dónde puedes ir. Yo he visto que mucho político ha llegado, alguien le ha leído la cartilla, le han dicho que diga esto y que tienes estas competencias y no se han preocupado personalmente de ver ellos realmente si era así. Y como luego de asesor sueles poner al que te ríe las gracias... Hay excepciones, yo trabajo en el Ayuntamiento de Vila y he visto asesores con los que me quito el sombrero por lo que han currado, pero luego hay de lo otro. Uno de los primeros regidores que tuve me dijo, ‘tienes que entenderlo, aquí queremos gente que conozcamos'. Si coges gente sin titulación, sin preparación... Están al mismo nivel que ellos.
—Recientemente han mantenido una acalorada discusión en las redes con el director insular de Turismo, Vicent Torres ‘Benet'. ¿No deberían navegar en el mismo barco?
—Yo con él ya la he tenido por Twitter por el tema de los asesores. Le molestó muchísimo todo esto, porque además de funcionaria soy delegada sindical, y de los temas que más me gustan es el de la contratación de los funcionarios. Entonces claro, que tú veas que en un departamento dicen que no da de sí, de hecho tuvieron que cerrar durante varios días a la semana porque no podían atender a la gente... ¿Y nombras a ocho asesores y tres en protocolo? A ver... Y en vez de reconocerlo se enfadó conmigo y me llamó persona tóxica. Me llama eso porque no podían defender lo que han hecho. Encima, su compañero en la oposición de Santa Eulària [Ramón Roca] se crea un cargo en Turismo... Puede ser legal, pero ética y estéticamente... ¿Y sus socios de gobierno, los que iban a traer el cambio, aceptan todo este juego? Estos ocho asesores podían ser perfectamente inspectores, auxiliares administrativos que sacaran el trabajo adelante...
—¿Cree que los ayuntamientos están haciendo negocio con espacios públicos como son las playas?
—Que las playas son un negocio está claro. Si no, no habría tanto barullo y tanta tensión como hay. Pero dentro de ese negocio, y es lo que defiende Prou, habrá que empezar a ver cuánta parte se ocupa. Hay playas pequeñitas como alguna en Santa Eulària donde una amiga se tuvo que ir porque no había espacio. Como nos dijo el de Costas, pon un tercio de la playa para alquilar hamacas, pero no toda. Nadie nos ha aclarado cuánto está permitido ocupar legalmente, porque luego se pasan la pelota. Pero en última instancia el ayuntamiento tiene la potestad de dar licencias para un número de elementos. Y luego muchos ‘beach clubs' juegan con los precios. Te dicen que el precio de la hamaca son 10 euros pero luego condicionado a una consumición mínima de 500 euros, como hace un conocido local. Y luego hay otro subterfugio que es que te digan que tienen las hamacas reservadas, aunque la playa esté vacía. Hecha la ley, hecha la trampa. Al final, ¿dónde va la persona normal que no es glamurosa o no tiene tanto dinero? No puedes hacer playas privadas en un sitio tan pequeño. Nos echan a calas recónditas. Y al final, como algunos decimos, en Ibiza no es ‘turismofobia', es supervivencia, porque los que pagamos los impuestos somos nosotros. Los que votamos a los políticos somos nosotros y parece que nadie se da cuenta. Aquí parece que solo se ve el dinero que viene de fuera, pero realmente el que está ayudando a pagar a policías, médicos y funcionarios somos nosotros, y se nos está echando de los espacios públicos.
—¿Prou! apuesta por un decrecimiento de las plazas turísticas?
—Sí. En este tema sí que estamos sobredimensionados. Creo que hay que buscar la capacidad de carga para que haya ese equilibrio que haga que el turismo no se hunda. En Prou! muchos pensamos que este tipo de turista dejará por sí solo de venir. Yo he trabajado en el hotel Los Molinos en los años 80 y 90; teníamos clientes fijos que venían 10 o 15 días. Era un turista fiel y ahora en Ibiza tenemos clientes que no vuelven. Habrá ingleses e italianos que siempre repitan, pero vienen a desmadrarse y punto. Cuando se cansen de eso, ¿qué habrá? Y se equivoca el que dice que el de lujo es un buen turismo.
—¿Confían en que con la nueva ley se devuelvan pisos turísticos al mercado residencial?
—No tenemos mucha confianza porque ya teníamos una normativa con la que se podían hacer cosas con ella. Además, yo me he leído la nueva ley y es tan confusa... Porque los políticos tienen mucha manía de hacer exenciones y disposiciones derogatorias y disposiciones finales, que lo complican todo. Oye, o se alquila o no se alquila, y decide una administración, no lo que han hecho ahora de ir escalonando. O está prohibido o no está prohibido. Antes estaba muy claro, apartamentos turísticos y condiciones. No hacía falta tanto... Estos han hecho como Sant Josep con la ordenanza del ruido. Aprobaron una en abril y ahora han vuelto a aprobar otra que son más o menos iguales. Si ya había unas vías abiertas, utilízalas. Esa es la decepción.
—¿Prou! tiene vocación de partido político?
—No, de momento no. Nosotros no es que no hagamos política, pero sí somos apartidistas. No apoyamos a ningún partido, pero los políticos tienen abiertas las puertas para venir a nuestras reuniones. Algo que ha sorprendido a los políticos es que en Prou hay gente del PP, del PSOE, de Podemos, de Epic... Yo misma he ido en listas de Gent x Eivissa. En Prou somos una mezcla. Una vez le dije al presidente del Consell: ‘mira si en Prou estamos subsistiendo una mezcla de gente que está de acuerdo en estas cosas esenciales, frenar el ruido, recuperar equilibrio... ¿No lo pueden hacer también lo partidos políticos? Porque realmente es lo que la gente está pidiendo, que dejen de ponerse medallitas, se junten todos y empiecen a pensar en Ibiza.
—Han anunciado que tras el verano llevarán sus protestas a las instituciones. ¿En qué van a consistir?
—Estamos planeando acudir a los plenos, como hicimos en el Ayuntamiento de Sant Josep con la ordenanza del ruido, que fue un poco tomarnos el pelo. Queremos intentar una confluencia de partidos, la gente nos pide que haya debates entre políticos, empresarios y ciudadanía para ponernos de acuerdo y ver hacia dónde queremos que vaya Ibiza. Este es un invierno de oro porque se acercan las elecciones.