Se portan mal pero con una mirada triste y tierna terminan convenciéndote que gritarlos no es la mejor opción. Esta «arma eficaz» ha sido desvirtuada por un grupo de científicos que aseguran que la expresión de culpa que adquieren los perros cuando han hecho algo malo no es una señal de arrepentimiento, sino una simple reacción al comportamiento de su amo cuando los regaña.
Ojos tristes de cocodrilo
Los científicos aconsejan a los amantes de los perros ignorar las aparentes muestras de culpabilidad de sus mascotas, pues los animales no son capaces de sentir vergüenza.
Estos expertos han descubierto que en realidad un perro no entiende por qué su dueño está enfadado, y que cuando pone cara de culpa únicamente está reaccionando al enfado de este.
Los perros pueden aprender a distinguir las conductas que su dueño considera correctas de los comportamientos incorrectos si se les castiga inmediatamente después de haber hecho algo malo,
«Cuanto más tardemos en regañarlo, más débil será la asociación que establezca el perro entre su travesura y el castigo. Los humanos tienen un deseo natural de saber qué piensa el animal, pero solo podemos intentar interpretar su lenguaje corporal y descifrar sus reacciones fisiológicas», añade la profesora. El perro entiende que estamos enfadados pero no comprende el porqué. Nuestro lenguaje corporal, la posición de nuestro cuerpo, nuestros brazos, nuestras arrugas en la cara, nuestro tono de voy, denotan enfado, mucho enfado pero nuestro perro no es capaz de saber porque estamos enfadados, y si no sabe el porqué no nos servirá para corregir el comportamiento. Debemos entonces armarnos de paciencia, limpiar y recoger los destrozos y esperar a «pillar» a nuestro compañero en otra fechoría.
Uno de los primeros estudios científicos sobre la ‘cara de culpa' de los perros es el de Alexandra Horowitz, profesora asociada del Barnard College de Nueva York. En su estudio titulado ‘Dentro de un perro: qué ven, qué huelen y qué saben los perros' (‘Inside of a Dog. What Dogs See, Smell and Know') grabó en vídeo a 14 perros cuyos dueños salieron de la habitación después de ordenarles no comer algún apetitoso manjar que estaba a su alcance y observó las reacciones de los canes. Algunos de ellos obedecieron a sus amos, otros no lograron resistir a la tentación.
«He descubierto que la expresión [de culpa] aparece frecuentemente cuando los dueños regañan a sus perros, independientemente de si el animal le ha desobedecido o no», dice Horowitz. «No quiero decir que los perros no puedan sentirse culpables, simplemente que la ‘cara de culpa' no es uno de los indicativos de ello», añade la experta.
Esto me lleva a recordar capítulos de la famosa serie "el encantador de perros", en los cuales Cesar Millan intentaba dar criterio y educación visual a unos desbordados amos que no entendían como su «pequeñín» se portaba tan mal. La humanización de nuestras mascotas, la carencia afectiva de nuestra sociedad, el estrés, el poco tiempo libre, genera en los humanos desequilibrios que queremos paliar con un «bebe pequeño de cuatro patas y pelo» que nos jura amor eterno. Como no son bebes , obviamente, al educarlos mal generamos en nuestro perro una gran confusión porque no entienden que les queremos decir.
Hay que recordar que:
Las reprimendas se deben dar cuando son necesarias y en el justo momento que ha sucedido el comportamiento anormal.
Los perros necesitan normas, reglas sencillas que puedan entender y que sean aplicadas por todos los componentes de la familia, esto los hará más seguros y felices.
Claro que entienden lo que les decimos, pero no porque nos lean la mente, no porque sepan español o ingles, lo hacen porque interpretan nuestro lenguaje corporal , un gran desconocido para muchos humanos.
Quiero recomendaros un pequeño libro que leí por primera vez hace ya varios años, ‘Las señales de Calma' de Turi Rugas. Os recomiendo que lo busquéis y lo leáis, estoy seguro de que después de leerlo veréis cosas en el lenguaje de los perros que antes eran invisibles y os ayudaran a comunicaros mucho mejor con ellos.