En estos días en que el verano se termina y llega por fin el otoño, me gustaría hablar sobre este tema, ya que, en estas fechas, suele aumentar la visita al psicólogo. Se suele hablar de "astenia otoñal" (existe su "hermana" la "astenia primaveral" que se da a la llegada de la primavera), cuando, a la llegada del otoño, se presentan un cuadro de síntomas no explicables por ninguna otra razón médica.
Síntomas como el cansancio, la apatía, la falta de concentración, e incluso cierta tristeza o melancolía, se presentan frecuentemente en estas fechas y se relacionan con el descenso de las temperaturas y, sobre todo, con la disminución de las horas de sol, algo que se agrava aún más cuando llega el cambio de hora y tenemos menos horas de luz.
A eso hay que sumarle, en la mayoría de lugares, el final de las vacaciones y la vuelta a la rutina diaria, (el famoso síndrome post-vacacional) que también puede afectar mucho y requiere un proceso de adaptación.
Sin embargo, en las Pitiusas, se da un factor diferente que nos afecta muy especialmente, y es el final de la temporada turística.
Es decir que, cuando en la mayoría de lugares (exceptuando los turísticos, evidentemente), se termina el tiempo de descanso y se vuelve a la vida frenética del día a día, aquí nos ocurre lo contrario: se termina el ritmo endiablado que llevamos en el verano y se inicia la época más tranquila y menos activa del año.
Sería muy interesante realizar algún tipo de estudio para ver si esa diferencia afecta de alguna manera a los síntomas de la astenia otoñal y si en nuestras islas, debido a ese descenso brusco de actividad, se presentan de forma diferente.
En cualquier caso, en cuanto el otoño asoma por el calendario, en nuestras islas nos encontramos cansados, saturados, estresados y, seguramente, arrastramos también los efectos de algún desmán en nuestra dieta, hábitos de sueño y ejercicio que, debido a nuestro ritmo frenético, pueden haberse visto alterados.
Sin embargo, en cierta forma, también somos unos privilegiados. Llegan la paz y la calma a nuestras islas y, al igual que sucede en la naturaleza, todo nos invita a descansar, a relajarnos y a preocuparnos más de nosotros mismos.
Puede ser el mejor momento para la calma, la reflexión, el recogimiento y la introspección. Para atendernos con atención y cariño y permitirnos todas esas cosas que, en verano, con el ritmo de actividad que llevamos, nos resulta totalmente imposible.
Ahora llega el mejor momento para descansar, recargar pilas y cuidarnos al máximo:
Restablecer las horas de sueño que, seguramente, hemos escatimado bastante.
Volver a realizar todas las comidas del día de forma completa y equilibrada, y hacerlo con calma y sin prisas.
Volver a tener unos horarios "normales", que se adapten mejor a nuestro ritmo biológico y a nuestra rutina diaria, ahora mucho más tranquila.
Cuidar de nuevo nuestro cuerpo y volver a practicar algún deporte o realizar más ejercicio.
Esas serían las cosas básicas y de sentido común. Pero, además, sería un buen momento para permitirnos disfrutar del día a día y de las cosas pequeñas y sencillas que, durante el verano hemos tenido que dejar pasar. Dedicar tiempo a hacer todo eso que nos gusta y que no encontrábamos el momento de hacer: pasear, leer, estar más en contacto con la naturaleza, pasar más tiempo con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos… Recuperar nuestras aficiones, aprender cosas nuevas, realizar algún viaje y permitirnos, ahora que ya podemos, esas ansiadas y necesarias vacaciones.
Es el momento de preguntarnos a nosotros mismos qué nos gustaría hacer y cómo nos gustaría emplear el tiempo del que vamos a disponer y, sencillamente, permitirnos hacerlo.
Puede ser el mejor momento para retomar todos esos planes que nos ilusionan y que tuvimos que dejar abandonados en algún cajón, recuperar nuestros sueños olvidados y empezar a pensar de qué forma podríamos hacer que se cumplieran y fueran una realidad.
Mi propuesta es que pasemos más tiempo a solas con nosotros mismos, y que pensemos qué queremos realmente hacer con nuestro tiempo libre y cómo queremos de verdad emplear esas horas de más que muy pronto vamos a tener.
¿Vamos a hacer lo mismo de siempre, como cada año, porque es lo que nos gusta y lo que nos hace sentir bien de verdad? ¿Hay alguna cosa que nos haría sentir especialmente ilusionados? ¿Algún viaje que hemos pospuesto una y otra vez? ¿Alguna actividad nueva que nos gustaría aprender?
Llega el mejor momento para conectar con nosotros mismos y permitirnos ser nuestra mejor versión, haciendo que nuestra vida sea como realmente deseamos que sea.
¿Y tú cómo vas a afrontar la llegada del otoño?