Joaquín Manuel Senén ha crecido en el barrio de ‘La Bomba' y conoce de primera mano las particularidades de esta zona de la ciudad. Preside desde septiembre la Asociación de Vecinos y Comerciantes del puerto de Ibiza, que tiene entre sus principales preocupaciones la limpieza, la seguridad y la falta de aparcamiento. En estos momentos, su principal reclamación es permitir en invierno el acceso al puerto.
—¿Cuándo se creó la asociación y con qué motivo?
—Se creó en los años 80 y el fundador fue Joan Tur Ramis. El motivo fue por las quejas que teníamos vecinos y comerciantes por el tema de entrar en el puerto. En aquel tiempo la Autoritat Portuària de Balears (APB) ponía unas pegas muy grandes y era mucho más dictatorial que ahora. Todo era muy complicado y creamos la asociación para canalizar las quejas de los vecinos.
—¿Y la lucha aún continúa?
—Nosotros conocemos la frontera que hay entre el Ayuntamiento de Vila y la APB y ha habido años más buenos y años más malos. Es algo que no puede cambiar nunca porque la APB es un administración que tiene su terreno y es complicado compaginar APB y Ayuntamiento. En los últimos años ha habido buen feeling y los dos últimos presidentes han estado muy amables con nosotros. Incluso tenemos una silla en el Consejo de Navegación del puerto de Ibiza, lo que nos da voz dentro de la APB.
—¿Ahora hay buena relación entre la APB y el Ayuntamiento?
—Siempre hay cositas. Normalmente, el Ayuntamiento se excusa en cosas que la APB no tiene culpa y en medio estamos los vecinos y comerciantes que recibimos un poco de este juego que se tiran entre ellos.
—¿Esperaban la destitución de Joaquín Jiménez como director del puerto?
—Nosotros estábamos bastante contentos con él. Es verdad que la APB hace cosas por su cuenta, pero normalmente cuando teníamos un problema hablábamos con Joaquín y se solucionaba de una forma u otra. En los últimos años tienen un peso muy fuerte del Ayuntamiento de Vila que los empuja para recuperar la zona del puerto. Por la última obra que se hizo vemos que el Ayuntamiento tiene cada vez más mano dentro de la zona portuaria.
—¿Cuál es la principal reclamación de la asociación en estos momentos?
—Recientemente hemos presentado una solicitud a la APB para que deje abierto el puerto de noviembre hasta finales de mayo. Pueden poner un control, zona azul o zona verde, o una regulación con horario, pero que se pueda acceder durante todo el día. A final de este mes se abrirá la barrera de acceso a la Marina y vemos que el puerto se podría abrir también, ya que no hay un volumen de gente para que los coches molesten. Otra petición es que el autobús que viene del párquin funcione durante todo el día y no solo por las tardes. Pensamos que con el autobús no es suficiente para contrarrestar la falta de aparcamiento.
—¿Ha funcionado bien el autobús en verano?
—No ha tenido la rentabilidad que nosotros pensábamos. Les dijimos que cualquier medida era bienvenida, pero ya teníamos la experiencia de años atrás cuando hicieron un recorrido de autobús de los párquines disuasorios hacia dentro de la ciudad y no fue nada bien. También nos preocupa el cambio de sentido que se quiere hacer de las calles porque pensamos que con la segunda fase la zona de la Marina y el Puerto se quedará mucho más arrinconada.
—¿Qué mejoras se necesitan en esta zona de la ciudad de Ibiza?
—Una de las cosas positivas que hemos hecho es crear la Federación de comerciantes de La Marina-Puerto de Ibiza, donde canalizamos las inquietudes de las diferentes asociaciones y las preocupaciones son las mismas: falta de aparcamiento, seguridad, limpieza y sensibilidad en la zona. Creemos que el Ayuntamiento nos tendría que hacer un poco más de caso de lo que nos hacen.
—¿Los vecinos y comerciantes se sienten escuchados por las administraciones?
—A medias. No nos sentimos 100% escuchados porque siempre hay un poco de excusas, aunque llegará el momento en que las excusas no valdrán.
—En una zona con tantos locales, ¿hay buena convivencia con los vecinos?
—Ha ido cambiando en los últimos años. Ahora la mayoría de pisos que hay son de temporada o son de los propietarios de los comercios. Vivir aquí tiene cosas buenas como la tranquilidad que hay en invierno, pero tiene varios problemas porque no hay servicios, hay control de acceso y en verano hay ruido, aunque antes había mucho más. Desde la asociación siempre tuvimos miedo de que esto se convirtiera en un West End como en Sant Antoni, pero se intentó canalizar para apostar por el turismo familiar y de calidad.
—Uno de los objetivos es que los comercios se mantengan abiertos todo el año. ¿Es una utopía o es posible?
—Es muy complicado. Cada año luchamos para que se pueda abrir y el año pasado creamos varias iniciativas para que la gente viniera. Hay algún restaurante que aguanta y se atreve a abrir, lo que da un poco de vida a la zona, pero en general, en cuanto acaba la temporada, la gente se va. Si los comercios cierran es porque no hay gente.
—¿Qué balance hace de la temporada?
—Ha sido muy irregular. Empezó bien, pero en los meses punta bajó bastante y ahora a finales de temporada se ha animado un poco. No ha sido una temporada para tirar cohetes. Este año, además, tenemos las pegas de la falta de aparcamiento y los cambios de sentido que ha habido y puede que la peatonalización de Vara de Rey también haya influido un poco.
—¿Se ha notado un cambio con a reforma de la fachada marítima?
—Estamos muy contentos porque ha habido un gran cambio de lo que teníamos antes. Se ha cumplido la propuesta del primer presidente de la asociación, Joan Tur Ramis, que siempre defendía la idea de sacar el puerto comercial de dentro de la ciudad.