‘Catalina d'en Marc' no ha logrado tumbar a ningún gigante filisteo con su honda pero en Ibiza no hay ninguna mujer –y pocos hombres– con mejor puntería que la suya. Catalina Riera Costa vino al mundo en 1930 en Santa Agnès de Corona, en Can Pou, y cuando tenía seis años ella y su familia se mudaron a Sant Antoni a casa de su tío para trabajar como majorals.
Catalina recuerda sus tiempos como pastora cuidando del rebaño acompañada por su inseparable bassetja, una herramienta que más de dos mil años atrás dio fama a los baleares que lucharon en las guerras púnicas y que en nuestros días a Catalina le sirve para tener la casa llena de trofeos. De hecho, ha sido campeona de Balears en nueve ocasiones. «Hace 30 años que empecé a participar y creo que sólo dos veces no he conseguido trofeo. Fue Pep Ribas (presidente del Club JASA) el que me animó y en el primer torneo me quedé a una pedrada de ganar», explica Catalina d'en Marc.
La experimentada hondera, con más de 30 años de competición a sus espaldas, asegura que en Mallorca y Menorca «me quieren mucho y son muy buenos tiradores». No obstante, no tiene buenas palabras para alguna de sus contrincantes en Ibiza. «A la que no me quiere no le dejo ganar nunca», apunta la hondera.
Algún joven de Portmany también tuvo la oportunidad de conocer cómo se las gastaba Catalina en su juventud. En una ocasión, Catalina tuvo que vigilar el festeig entre las dos chicas de la casa donde ella vivía y dos jóvenes del pueblo porque la majora se quiso ir a dormir, lo que la hizo vetlar demasiado. «Cuando los jóvenes se fueron cogí la bassetja y les di por el trasero. No volvieron más», destaca Catalina con una gran carcajada.
Las puertas de los almacenes y corrales de su casa de Buscastell, donde se instaló con su marido, Toni d'en Marc, cuando se casaron, están destrozadas por culpa de Catalina. «Como no tengo diana pues tiro a las puertas, pero ahora ya no entreno porque gano casi siempre», señala la gran campeona.
Aprendió a nadar para pescar
Catalina también es una gran amante de la pesca. De hecho, asegura que se echaría a la mar cada mañana pero que no lo hace porque depende de sus hijos, que son los que llevan la barca. De hecho, como Catalina no sabía nadar, sus vástagos le amenazaron con no llevarla más a pescar si no aprendía a flotar en el agua, pero la afición de Catalina a la pesca es de tal magnitud que se puso entre ceja y ceja aprender a nadar. Y lo consiguió después de varios intentos en su safareig con unas aletas en sus pies.
Meses atrás Catalina d'en Marc informó a Pep Ribas que quería dejar de participar en los campeonatos de tir amb bassetja y retirarse pero el presidente del JASA no le aceptó su renuncia y le pidió que continuara. La tiradora asegura que si quieren homenajearla espera que lo hagan mientras ella viva. «Me gustaría que me dieran algo por pequeño fuera y que mis hijos tuvieran un recuerdo de mí», afirma.
Catalina asegura que tanto menorquines como mallorquines «me quieren mucho» y son los que más destreza tienen con la bassetja. «Cuando competimos por islas los de Ibiza no ganamos nunca, pero las mujeres no me dan miedo ya que les he ganado muchas veces y allí no tienen envidia de nadie». Sin embargo, Catalina asegura que en Ibiza «hay algunas que no me dirigen la palabra y no dejo que me gane».
De momento, en la familia de Catalina nadie continuará con su afición al tir amb bassetja. «Tengo un nieto que es muy buen tirador, que tiene 30 años, pero ahora baila pagès, trabaja en el bar de los bocadillos de Santa Gertrudis y cuando no trabaja, pesca. También tiene novia y no tiene tiempo», apunta la campeona de Buscastell.