Decía Lauren Bacall que la imaginación es lo más alto que una cometa puede volar y ayer se demostró en Sant Antoni gracias a una nueva edición del festival ‘Posa un estel al cel'.
Coincidiendo con su 25 aniversario, el colegio Guillem de Montgrí, organizador del evento, preparó una exposición de las 25 camisetas de cada edición y un panel ilustrativo para conocer la historia de las cometas desde sus inicios, hace más de 2.000 años hasta nuestros días. «Aquí en Sant Antoni empezamos en 1991 gracias a Pepín Valdés que era un ‘loco' de las cometas», dijo Javier Rey, director del colegio. En ese año solo hubo 18 participantes, pero en 2009 batieron récord de participación con un total de 440 inscripciones.
Por ello, Rey considera que se trata de una práctica que pasa de padres, incluso abuelos, a niños. Tanto es así, que ayer ses Variades se llenó de familias en lo que fue una mañana diferente de invierno. «Normalmente quien viene una vez, repite. Es un día familiar que gusta mucho, más aún cuando tienes vistas privilegiadas al mar mientras haces volar la cometa», añadió Rey.
En este sentido, no fue necesario que cada participante llevase su propia cometa si no que el colegio hizo un taller para su elaboración a coste cero. Así, pequeños y mayores pudieron hacerse su propio «pasatiempo» en apenas dos minutos y solo usando plástico, pegamento y cuerda.
«El que no ha volado nunca una cometa se sorprende y le encanta», contó el director del Guillem de Montgrí. «Es magia ver cómo simplemente tirando de una cuerda puedes hacer volar algo con la ayuda del viento». Miquel, un niño de tres años, lo hizo ayer por primera vez y le gustó, le gustó mucho. «Es su primer año de colegio y había esta actividad y le he traído», dijo su padre mientras le ayudaba a estabilizar su cometa.
Durante el festival, los alumnos del colegio se encargaron de vender comida casera, como dulces y tortillas, y de animar una mañana más fría de lo habitual. Una edición más a la que se le sumarán, por lo menos, otras 25 más.