El Consell de Formentera inició el año pasado la regulación del acceso al faro de es Cap de Barbaria que, gracias a la autorización del Govern balear y la cesión de la finca sa Tanca d'Allà Dins, descongestionó el tráfico en la carretera que llega hasta el faro. Una experiencia piloto que desde el Consell califican de «positiva» y que ha motivado a sacar a licitación y exposición las cláusulas para la adjudicación del contrato de acceso a la finca pública donde está ubicado el faro de es Cap de Barbaria.
De momento, la licitación, que está en trámite, no se ha adjudicado a ninguna empresa. «Se acabó el plazo hace unos días y ahora se tiene que reunir la Mesa para la apertura de las propuestas», señaló Rafael González, conseller de Mobilitat. Según dijo, no será hasta pasada la Semana Santa. Lo que sí se sabe es que el presupuesto de licitación anual establece un canon de 3.000 euros al alza y entre los criterios de adjudicación se establece la oferta económicamente más ventajosa, además de criterios ambientales.
Proyecto piloto
Durante los dos meses y medio en los que la barrerá limitó el acceso al faro de todos aquellos vehículos que no fueran bicicletas, el Consell de Formentera recogió peticiones de vecinos de la isla y de turistas con el objetivo de conocer sus demandas y necesidades. De esta manera, aseguran que hubo tres que valoraron especialmente. «Nos pedían un punto de avituallamiento, la posibilidad de alquilar bicicletas y la ampliación del plazo de regulación», explicó González. Tres peticiones que han estudiado este invierno y que han llevado al Consell a sacar la licitación que pretende instalar un quiosco a kilómetro y medio del faro.
«Habrá bebida, comida y se alquilarán bicicletas. Además habrá un punto de atención médica de auxilios básicos, un desfibrilador y un teléfono que, ante la falta de cobertura, garantice el socorro», matizó el conseller.
Además, en el punto de alquiler de bicis se dará información de todos los elementos que hay en la finca. «La gente conoce el faro, pero también tenemos una torre de defensa que es patrimonio cultural, restos arqueológicos muy cerca de la finca y, además, es un punto para el avistamiento de aves».
Así, el Consell afirma que responde a la demanda de los usuarios al tiempo que mejora su experiencia, además de potenciar una zona que, dice, destaca por su paisaje y tranquilidad.
Críticas de la oposición
Los partidos de la oposición aseguran que la decisión de poner un «chiringuito» en el acceso al faro se ha hecho sin consenso con partidos, sector empresarial y vecinos. «Nadie sabía que se iba a hacer un quiosco de estas dimensiones allí», dijo José Manuel Alcaraz, portavoz del PP. «Nos sorprende la hipocresía con la que se hace porque en la pasada legislatura se quería hacer un bar en las instalaciones del faro y se opusieron».
Por su parte, el conseller de Mobilitat explicó que se trata de propuestas «diferentes» porque la intención era colocar el quiosco justo en la parcela del faro. «Lo que hacemos nosotros está a un kilómetro y medio y se hace con el objetivo de potenciar esa finca y que la gente disfrute».
Así, desde el Partido Popular señalaron que, aunque están a favor de que haya una regulación en el acceso al faro, no consideran que sea necesario un quiosco de estas características. «Debería ser más pequeño y tiene capacidad para 100 personas», criticó Alcaraz.
Cabe recordar que en esta zona se dará un servicio de alquiler de mínimo 50 bicicletas, se habilitará una caseta para venta de comida y bebidas, 70 plazas de aparcamiento para automóviles, tres zonas de descanso para la instalación de mesas y sillas de madera y sombrillas, además de cuatro módulos de baño.
Aun así, desde el PP aplauden que haya un servicio alternativo, en este caso el alquiler de bicicletas, para llegar al faro. «Nosotros en su día propusimos vehículos eléctricos, pero esto también está bien», dijo Alcaraz.
Por su parte, los vecinos de la isla muestran opiniones contrariadas. «Me parece innecesario, más aún cuando nunca ha habido nada parecido. Te das un paseo y te traes tu botella de agua en la mochila», dijo María quien es consciente que las personas con movilidad reducida pueden acceder en coche sin problema. Sin embargo, Joan aplaudió la decisión del Consell y explicó que «mientras no dañe al medio ambiente me parece bien, no veo que suponga un problema para nadie».