A las 12.00 horas dio comienzo una misa oficiada por el párroco Marcelo Gabriel Jofré. La iglesia de Sant Francesc de S'Estany, construida en el siglo XVIII para los salineros que trabajan en los estanques contiguos, estaba repleta de gente. La mayoría locales del pueblo y de las zonas de alrededor como Sant Jordi. Otros venían de más lejos. Margarita Torres llegó desde Puig d'en Valls en compañía de su familia. «Vengo todos los años y lo que más me gusta es la misa, pero hoy no podré entrar porque hemos llegado tarde y no cabe más gente dentro», confesó esta vecina. Tampoco resultaba difícil encontrar algún que otro turista curioso. Al ver tantas personas esperando a las afueras de la iglesia, muchos de los que iban al Parc Natural de Ses Salines pararon sin saber qué es lo que estaba pasando allí.
Procesión y ‘ball pagès'
Al finalizar la misa, poco antes de la una del mediodía, comenzaron los preparativos para la procesión. En total salieron cinco imágenes «a la cabeza con San Francesc, Sant Joan, el Cor de Jesús, la Purísima y la Mare de Déu de Fátima», explicó Toni Serra, obrero mayor. El grupo Folclórico de Sant Jordi de ses Salines también desfiló tras la procesión al son de las castañuelas y los tambores.
Junto a los feligreses congregados en los alrededores, la procesión recorrió unos 100 metros de carretera, previamente cortada en ambas direcciones por miembros de la Policía Local de Sant Josep. «Hasta hace muy poco había vivido siempre aquí. Nací en una casa de Sant Francesc y me bautizaron en esta iglesia, así que siempre es un placer venir a esta fiesta. Además al ser tan pequeño, la celebración es más agradable y cercana», matizó el Jaime Ramon, subinspector jefe de la Policía Local de Sant Josep.
La procesión transcurrió sin incidentes y las imágenes se volvieron a guardar en el interior del Centro de Interpretación de Ses Salines, ubicado justo al lado de la parroquia. Sin que cesara la música, los integrantes del Grupo Folclórico de Sant Jordi de ses Salines subieron al escenario para deleite de los asistentes.
«Hoy seremos unas 15 personas las que participaremos en la demostración de ball pagès. Cada uno llevamos la vestimenta que queremos, eso sí, entre nosotros nos ponemos de acuerdo para no ir todos iguales y así mostrar más variedad a los asistentes, intentamos que al menos haya uno o dos de cada tipo», afirmó Marina Cardona, miembro del Grupo Folclórico de Sant Jordi de ses Salines.
Entre aplausos, los asistentes pudieron degustar también flaó, orelletes y vino a cargo de los obreros de la parroquia y el Ayuntamiento de Sant Josep. Para Aitor Jiménez, uno de los tantos niños que acudieron con sus familias, este final de fiestas muestra «el ambiente tradicional de Ibiza». María y Antonia María, que llevan viniendo desde niñas a esta celebración, no podían estar más de acuerdo. «Nos encanta que se haya mantenido con el paso del tiempo y que por fin se pueda celebrar el día 2 de abril. El ball pagès es primordial en este tipo de actos y las orelletes y el flaó tampoco podía faltar», afirmaron estas vecinas de Sant Jordi.
En cambio, otros veteranos de las fiestas de Sant Francesc echaban en falta el ambiente festivo de cuando eran pequeños. Es el caso de Francisco Marí, también residente en Sant Jordi, que recordó «que detrás de la iglesia había puestos de juegos y rifas, como las ferias de ahora, pero no tan grandes». Margarita Marí y Paco Cardona, de Vila y Sant Josep, opinaban igual y lamentaron que «los actos se limiten a la misa, la procesión y el ball pagès. Se debería de dar más promoción a todas las fiestas de los pueblos en sí, no sólo a ésta para que más gente venga y se pueda dar a conocer mejor».