El Castaví Jet llegaba ayer puntual a atracar al puerto de Ibiza. A las 8:55 ya lo estaban amarrando mientras Eva y Anya esperaban escondidas tras una furgoneta en la zona de embarque de coches junto a la estación marítima. Músicos y amigos en sus puestos de combate. En las manos Anya cargaba una tarta con forma de barco y un joven capitán representado en cubierta. Ignacio Ureta Mayans, capitán de barco, era ese muñeco de fondant. El navío era una réplica del ‘Ibiza' de Umafisa, la primera nave comercial que capitaneó. Ayer se celebraba su 57 cumpleaños y su retiro como capitán (esta será su última temporada) tras 32 años haciendo la ruta entre Ibiza y Formentera.
Sorpresa
Ignacio bajaba por la escalerilla sin esperarse nada en dirección a la terraza de la Estación Marítima. Eva y Anya entraron cantando a capella el cumpleaños feliz, con la tarta en las manos sobre la que flotaban corazones rojos llenos de helio. La sorpresa y el desconcierto se leían en su cara cuando empezaron a sonar la guitarra de Monti y el acordeón de Natalia, que cantaban a su desacanso.
Mientras recibía las felicitaciones de los amigos que se habían acercado a esta celebración improvisada, iba también contestando preguntas y contando con ellas su historia.
Empezó navegando en Sudamérica antes de volver a Ibiza como capitán de barcos de la marina mercante. Con 24 o 25 años ya era capitán del buque Ibiza de UMAFISA, la Unión Marítima de Formentera e Ibiza S.A, que en 2003 fue absorbida por Balearia. Un ferry con capacidad para 750 pasajeros y 100 vehículos que hacía dos trayectos al día, uno a las 8:30 de ida a Formentera y uno de vuelta a las 18:00. Tardaban una hora y cuarto en recorrer las 12 millas que separan el puerto de Ibiza del puerto de La Savina. Salía algunos fines de semana, otros no.
La organizadora
Al cuarto de hora llegó Ana Escandell, también capitana de barco y organizadora de esta sorpresa. Tras 20 días de preparación a ella le cambiaron un turno y llegaba para descorchar el cava y felicitar al veterano capitán.
Mientras seguía sonando la música, Ignacio contaba a la gente que ya tiene preparado su llaut, la embarcación de la que será patrón a partir del año que viene. Por placer de navegar.
Llegaban las 9:30 y ya era la hora de irse. La celebración duró apenas 30 minutos. Los ferrys que hace 25 años hacían sólo ida y vuelta en el día, ahora cruzan Es Freus cinco o seis veces. El tiempo es oro.
Mientras Ignacio subía la escalerilla en dirección al puesto de mando, tarta en mano, desde el muelle le cantaban otra vez el cumpleaños feliz al son marinero del acordeón y la guitarra.