Hace una semana, los ocupantes del yate HCH X cenaban tranquilamente en la cubierta de la embarcación en su amarre de Port Adriano con la musica de fondo del concierto de UB40. Bajo la apariencia de normalidad, los tripulantes posiblemente repasaban los detalles de una gran operación antidroga y también disfrutaban de sus últimas horas en libertad. La embarcación, tal y como avanzó ayer este periódico, fue interceptada por efectivos de Vigilancia Aduanera entre Mallorca e Ibiza con un total de 300 kilos de cocaína colombiana de gran pureza a bordo. Los cinco ocupantes, cuatro holandeses y un alemán de entre 19 y 55 años, fueron detenidos. Esta tarde o mañana por la mañana se prevé que pasen a disposición judicial. Habían llegado a Mallorca hace dos años y llevaban un elevado tren de vida, aunque estaban en el punto de mira de los investigadores que sospechaban de sus ingresos procedentes de posibles actividades ilícitas.
Alijo
Desde fuera el HCH X, de 28 metros de eslora, parece un viejo cascarón de hierro. Sin embargo, en el interior no faltan los detalles. «Es algo barroco pero dentro hay de todo y equipos muy buenos, incluso hay un jacuzzi en el camarote del patrón, no tiene nada que ver lo que se ve desde fuera con lo que hay dentro», explicó ayer uno de los investigadores.
El dueño de la embarcación, un holandés de unos 55 años que es el supuesto cabecilla de la red, la compró en su país e invirtió una gran cantidad de dinero en su restauración. El HCH-X incorpora una potente embarcación auxiliar y también dos motos acuáticas. Tras su llegada a Mallorca a mediados de 2016, los agentes de Vigilancia Aduanera de Palma lo tuvieron bajo el punto de mira, ya que sus tripulantes habían tenido vínculos con organizaciones criminales y el tráfico de sustancias estupefacientes. Paralelamente se realizaron numerosas gestiones con la policía holandesa y Europol.
El HCH X, que tiene bandera de Gibraltar, partió durante la madrugada del pasado domingo desde Palma hacia Girona. Ajeno al segumiento del que era objeto, había planificado una de las mayores operaciones de tráfico de cocaína en la historia de Balears.
Vigilancia Aduanera lo siguió en todo momento con medios aeronavales y se confirmaron las sospechas al sorprenderlo cuando recogía del mar unos bultos que habían sido arrojados momentos antes por un barco regular de carga.
«Drop-off»
Esta forma de actuar de los grupos de narcotraficantes es conocida como Drop-off y consiste en la utilización de embarcaciones de línea regular ( portacontenedores), para el transporte de la sustancia estupefaciente, fundamentalmente cocaína, hasta Europa.
En las proximidades de las costas nacionales la droga es arrojada al mar por los miembros implicados de la tripulación y recogida por embarcaciones de porte menor, encargadas de su introducción en tierra.
La tripulación del HCH-X recogió los bultos y trató de continuar su ruta hacia Girona, pero el plan no salió como se esperaba. Tras tener constancia de la recogida de las maletas con los paquetes con cocaína, se solicitó autorización del Reino Unido para el abordaje del barco debido a que tiene bandera de Gibraltar, y al juzgado de Palma que instruye la causa.
La barca había sido recogida del mar con la embarcación neumática auxiliar del HCH X e introducida después en esta embarcación. Los agentes la abordaron a unas 15 millas al oeste de Euivissa y detuvieron a los cinco ocupantes.
En un primer registro se hallaron cinco fardos impermeabilizados unidos con cuerdas que ocultaban 150 gramos de cocaína. El yate fue trasladado hasta el Puerto de Palma, donde se efectuó un registro más minucioso. En un doble fondo en el camarote del capitán se hallaron otros 150 kilos de cocaína. Toda la droga es de máxima pureza y su valor en el mercado supera, como mínimo, los dieciocho millones de euros, aunque esta cifra se podría haber duplicado o triplicado por la adulteración de la droga.
Se sospecha que el destino de la droga era Catalunya y desde allí a diferentes puntos de Europa mediante coches con dobles fondos.
Los sospechosos permanecen detenidos en los calabozos a la espera de pasar a disposición judicial. El HCH-X, valorado en 1,5 millones de euros, ha quedadop intervenido en el Port de Palma a la espera de que la autoridad judicial decida su nuevo destino, lejos ya del narcotráfico.