La temporada empezó bien en primavera, pero el verano ha sido flojo. Hay gente por las calles, pero no se gasta como se solía. Esa es la impresión de los negocios turísticos de Sant Antoni, que han visto en muchos casos reducidos sus beneficios en un 25 o 30% durante los meses de julio y agosto.
«Va mucho peor que el año pasado», comparaba ayer Pilar, una comerciante con un puesto de bisutería y complementos cercana al Passeig de ses Fonts. Dice que la sensación es generalizada por lo que llega a sus oídos. En todos los sectores. ¿Motivos? No supo darlos. Cita el precio del alojamiento o «lo caro que está todo».
Un dato sí puede dar, la caída del turismo británico, el «tradicional» en el municipio de Sant Antoni. «Siempre hemos vivido aquí de los ingleses, y hemos vivido bien», consideraba.
En la misma línea se manifestaba Manuel Blanc, titular de una tienda de ropa y souvenir. Marcaba como punto de inicio de la caída de ventas a partir del inicio del Mundial de fútbol. A partir de ahí no han remontado. Este verano había pasado el peor julio en 33 años como comerciante. «Los precios que se han vendido al exterior de la isla de Ibiza son muy altos», algo que considera que ha hecho que el turista en Sant Antoni compre menos.
El presidente de la Asociación de Comerciantes confirmaba este descenso generalizado en los beneficios. «Abril y mayo estuvieron bien, pero en julio y agosto no se han cumplido las expectativas», manifestaba.
Cree que Ibiza ha cogido mala fama como «destino caro», y que si bien algunos hoteleros han reformado sus habitaciones e instalaciones para subir precios, algo que considera positivo, otros han igualado esa subida sin ofrecer mejoras.
Respecto a la venta ambulante, indicaba que es un perjuicio para ellos muy extendido y ya establecido. Sabe que el equipo de actuación nocturna de la Policía Local está realizando actuaciones casi cada noche, pero desde la asociación de comerciantes manifiesta que se ha pedido que de día se aumente la presencia policial. Sin embargo esto último es consciente que es complicado porque faltan efectivos, un tema que debería solucionarse en algún momento.
En la hostelería también se ha notado esta caída en el consumo. Carlos tiene dos locales en la zona del West End, y es el encargado de un restaurante junto a la plaza de ses Fonts.
«La temporada ha sido horrible, eso lo sabe todo el mundo», indicaba. Un desastre que desde su perspectiva también han provocado los dirigentes políticos del municipio.
Considera que la normativa que obliga al cierre a las 3 de la madrugada en la zona en la que tiene sus dos locales ha provocado que muchos de los visitantes habituales, turistas «jóvenes y de clubs» del Reino Unido, hayan dejado de venir al conocer que existía ese límite.
Cree que se ha criminalizado a la zona del West End, y que esto les ha «sepultado» económicamente. Desde su punto de vista, además no es justo que se cobre el mismo impuesto por actividad comercial cuando se ha reducido el horario de actividad que les está permitido.
Cuantifica la bajada de beneficios «en torno al 40 % en el West, y en los restaurantes un 30 %».
La perspectiva para septiembre y octubre, meses en los que se alargaba habitualmente la temporada estival, no tiene visos de levantar los beneficios de verano. Es su segundo año dirigiendo negocios en la zona, y dice que es posible que no siga el año que viene.
Otra visión daba unos metros más arriba Amelia, camarera en un local de copas y coctelería. Indica que entre los propietarios de los bares hay quejas de venta ambulante, venta de drogas y prostitución. Aun así dice que ha notado más control en la zona. El negocio en el que trabaja tiene un ambiente más relajado, y es por ello que cree que se ha mantenido la actividad y no han notado un descenso. Si bien, sabe que son afortunados, y que esta caída en la actividad es algo generalizado en los locales comerciales de toda la zona.
Problema en la contratación
Daniel Sánchez, encargado de una oficina de alquiler de motocicletas, indicaba que el descenso en la actividad no había sido tan grande en su sector como en otros.
Lo que sí había sufrido, como socio de un negocio de hostelería, era la falta de personal en la isla. El encarecimiento de precios en los alquileres indicaba que ha provocado que mucha gente «se replantee si merece la pena venir a Ibiza» para hacer temporada.
Se trata de una circunstancia que ha obligado a muchos a contratar a gente que no tiene la cualificación adecuada para afrontar tanto las exigencias como la presión que existe en Ibiza en la hostelería. Algo que también suma de cara al cliente.