En el letrero de la entrada del negocio de Vicent pone ‘Peluquería', pero si le preguntan él dirá que su negocio es una barbería. Aunque después de tantos años ni se plantea cambiar el cartel. Es más de medio siglo lo que lleva afeitando barbas en Eivissa y eso le da cierta autoridad y sapiencia. Su barbería se ha convertido a lo largo de los años en el punto de encuentro de clientes y amigos. A menudo son los mismos. Rara vez entran al local con las manos vacías. No solo van a acicalarse, la charla con Vicent puede durar horas. La jornada se convierte en un desfile de saludos, comentarios jocosos y charlas que amenizan la mañana y alargan la vida de la barbería más antigua de la isla.
¿Cuántos años lleva como barbero?
— 54 años, y ya tengo 69. Desde los 14 años.
¿Cómo empezó?
— Cuando tenía 14 años mi padre vio que yo no valía para las matemáticas ni para la lengua, así que me puso a aprender un oficio: barbero.
¿Le venía de familia?
— No, mi padre era repartidor de cervezas. Pero él me dijo que aprendiera de barbero. Como en aquel tiempo mandaba el padre, pues me hice barbero.
¿Dónde aprendió el oficio?
— En la barbería que había al lado de Sant Elm, que ahora es peluquería de mujeres, comencé el 1 de octubre del 64 de mirón. Miraba como el maestro hacía su trabajo. En aquel tiempo como estaba de aprendiz hacía de botones y miraba como el jefe cortaba el pelo. Así un día me dijo «bueno, tienes que empezar a cortar». Cogió a un cliente y me dijo: «Coge la máquina, manual, y comienza a cortarle el pelo». Pues yo empecé a arreglarle el pelo con el peine y las tijeras… al final tuvimos que afeitarle la cabeza de los trasquilones que tenía. Pero bueno.
¿Quién fue maestro?
— Un señor que ya murió hace años. Le llamaban Pepet de cas Bisbe. José Torres Torres. Eivissenc.
¿Cuándo empezó su negocio?
— En el año 76. En Sant Elm estuve del 64 hasta el 69. Del 69 al 71 en Sant Antoni, del 71 al 76 delante de la Seat que había en el instituto Santa María. Y ya empecé con mi negocio hasta ahora.
¿Ha trabajado siempre sólo o ha tenido gente trabajando con usted?
— Siempre solo.
¿Le gustaría tener un aprendiz?
— A estas altura ya no.
Entonces cuando usted se jubile ¿cerrará?
— Pues sí, cerraré y no sé qué haré con el local.
¿Qué piensa hacer cuando se jubile?
— Pues es algo que me plantearé cuando toque. Quizá a los 72 o a los 74. Pero no tengo más planes que estar aquí.
¿Es usted, actualmente el único barbero de Ibiza?
— Pues contando Sant Antoni, Santa Eulària y Vila, el más viejo soy yo. Hay más barberías, pero yo soy el más viejo.
¿Qué ha cambiado en el negocio desde que empezó?
— Mucho, antes sólo había barberías, y ahora sólo hay peluquerías, asesores de imagen y estilistas. Pero barberos ya quedan muy pocos
¿Cómo va el negocio?
— Ha bajado mucho. La primera bajada la tuvimos cuando comenzaron los hippies, hace tiempo. En la barbería lo notamos bastante. La gente no venía porque se dejaba el pelo largo. Y ahora es la competencia, los chinos también trabajan y nos quitan trabajo a nosotros por los precios que cobran.
Pero la moda que hay ahora de cuidarse la barba, ¿se ha notado?
— Ya lo creo. Pero yo lo que hago es dejar sin barba. Cuando viene alguien me dice “quítame la barba” y punto.
Y qué le gusta más ¿afeitar barbas o arreglarlas?
— Mi oficio es siempre igual, tanto me da cortar pelo como hacer barbas. Pero afeitar para mí es lo mejor que hay.
¿Qué tiene su barbería de especial?
— La decoración. Es completamente diferente a las demás. Y mi manera de trabajar.
¿Tiene algún significado esa decoración?
— Pues sencillamente empecé con un reloj, y uno detrás de otro ya son 60. Empecé con uno negro que me regalaron. Y una vez que puse uno me dije “bueno, pues vamos continuando”. Ahora lo tengo todo rodeado con relojes.
¿Todos funcionan?
— La mayoría sí, sólo hay un par que no funcionan.
Y me ha dicho también su forma de trabajar, ¿qué tiene de especial?
— Es otro estilo, corto el pelo de una forma diferente. Y la mayoría de negocios son peluquerías, no son barberías. Aquí está el punto. Yo puse en el cartel peluquería, pero yo soy barbero.
¿Ha pensado cambiarle el nombre?
— No, en 42 años he tenido el mismo nombre y soy conocido como Peluquería Vicente, pero la gente de Ibiza que viene aquí dice que va a la barbería Vicente. Yo soy el barbero.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
— Me encanta todo. Es lo mío y me encanta todo. Es mi trabajo. También la clientela. La gente viene a cortarse el pelo, pero también de cotorreo.
La barbería también es un rincón de reunión social
— Son los clientes que vienen. Vienen a hacer la tertulia. Se cortan el pelo y vienen de tertulianos. Y hablamos de todo.
¿Es una clientela fiel?
— Sí, son muchos años. Siempre son los mismos. Y luego están los que vienen de paso. En verano están los extranjeros que pueden venir y peninsulares que vienen a trabajar y vienen a la barbería.
¿Qué precio tiene?
— Desde un afeitado de barba que son 12 euros, a un corte de pelo a navaja que cuesta 23 euros, con lavado de cabeza incluido.
¿Cuántos clientes pasan al día por su silla de barbero?
— Depende mucho del día, no te podría dar un número exacto: 5, 8, 15, 20…
¿Está al día de nuevas tendencias?
— Más o menos. Según lo que me pida el cliente voy haciendo. Pero lo hago yo a mi manera.
Tiene ya 69 años, ¿piensa en jubilarse?
— Yo estoy en la jubilación activa.
¿Eso qué es?
— Puedo seguir trabajando y pagando impuestos, ya que esto es un negocio propio. Puedo seguir hasta que yo quiera. No sé cuándo me jubilaré.
Y cuando se jubile ¿qué pasará con la barbería?
— Pues no lo sé, todavía no me lo he planteado. Como el negocio es mío y no he decidido cuando me jubilaré…
¿Sus hijos se plantean continuar con el negocio?
— Mis hijos tienen cada uno su trabajo, independiente de la barbería.
¿Qué es lo que le lleva a querer seguir trabajando?
— A mí me gusta estar aquí, y esto es mío. Para coger la jubilación e irme de bar en bar, prefiero seguir con el negocio y seguir trabajando. Es mi filosofía.