Cuando a Joan Botigues le nombraron primer obrero de la parroquia, allá por el año 2007, el belén que se ponía en la iglesia de Sant Joan era un pequeño portal en una de las capillas. A él le parecía que se podía hacer algo un poco más vistoso. Tras hablarlo con sus compañeros obreros decidieron que este era un tema al que merecía la pena dedicar tiempo.
Al año siguiente, para Navidad, hizo una plataforma de tres pisos que llenó de plantas y un marco de madera para destacar el portal de belén. Joan es carpintero, como la tradición dice que lo era San José. Desde entonces, año tras año, ha ido mejorando el belén con la colaboración de Jaume Collell.
«Yo he hecho todas las casas y las cuevas. Mi compañero es más de estas cositas [señala en general los caminos y la disposición de las figuras]; es una persona muy mañosa», explica. Los primeros belenes que hicieron estaban pegados a la pared, pero desde hace algunos años montan una estructura circular, de modo que la gente pueda dar la vuelta alrededor.
La escena recoge la anunciación a los pastores, el nacimiento y escenas cotidianas del campo, que podrían suceder perfectamente en Sant Joan.
Y es que, precisamente, es en el municipio de Labritja en el que se basan la mayor parte de las escenas. Sobre una colina, se sitúa una casa payesa, con sus arcos a la entrada y su gallinero en la parte trasera, como dice Botigues que se disponía antiguamente. En las paredes cuelgan los pimientos secos para el día de matanzas. En su interior todo está colocado como en una casa de muñecas. Cerca de la casa está el pozo de Labritja, con su cuerda, su cubo, y la era donde unos pequeños balladors simulan el baile de las colles de ball pagès.
En el centro del espacio las casas de la plaza España. Con unas fotos en perspectiva se simula la disposición del pueblo en el que los vecinos pueden reconocer los portales y la farmacia. Junto al pueblo está el portal, una de las novedades de este año, dado que todas las figuras son nuevas. «Cada año traemos alguna», cuenta Botigues. La Virgen María, San José y el niño Jesús los adquirieron en Vila.
Sobre otra colina está la iglesia de Sant Joan. La escalinata y la barandilla están hechas en madera. El interior no está iluminado por casualidad. Si uno se asoma por la puerta principal podrá ver el interior de la iglesia en una imagen puesta al fondo.
Un trabajo de dos semanas que atrae la curiosidad de los feligreses, que cada año les dicen a Botigues y a Collell que «este es mejor que el anterior».
En el del año que viene quiere incorporar un horno a la casa payesa y algunas otras novedades más trabajosas que no quiere desvelar. «Quiero coger a la gente por sorpresa», concluye.