Entre los grandes pintores que han plasmado en sus lienzos las gentes y paisajes ibicencos destacan poderosamente dos: Narcís Puget Viñas y Rigoberto Soler, ambos famosos en la década de los veinte-treinta del siglo XX. Sobre ambos se ha escrito mucho, pero en esta ocasión vamos a desgranar algunas de las reseñas que de sus exposiciones y obras se publicaron en la prensa española.
Rigoberto Soler Pérez (Alcoy, 1895-Valencia, 1969) Según la Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera su padre era grabador de oficio y seguramente eso les influyó para dedicarse al arte. Estudió en la escuela de Artes y Oficios de la ciudad del Turia. En la forja de su estilo tuvo mucho que ver el pintor Isidoro Mongrell y la influencia, aunque atenuada en este caso, del maestro de todos, Joaquín Sorolla que como es archisabido pasó un tiempo en Ibiza siendo agasajado por las fuerzas vivas y pintando algunos cuadros. De hecho, ya en Periódico de Ibiza y Formentera publicamos hace unos años algunas fotos de los bocetos que hizo el gran pintor valenciano para preparar su gran obra Los contrabandistas.
Hacia 1910 se trasladó a Madrid para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, con una modesta beca de la Diputación de Valencia y siendo muy joven y tras finalizar sus estudios y viajar por distintos países llegó a Ibiza en 1924, recién cumplidos los 29 años de edad.
En la mayor de las Pitiusas quedó rápidamente embrujado por la luz, horizontes y tipos isleños lo que llevó a convertir, afortunadamente, a nuestra Isla en su gran estudio. Su paleta muy cromática y su estilo lírico y luminoso impregna toda su obra y entre los cuadros que pintó aquí destaca especialmente su Vista de Santa Eulalia, realizado en 1943. La vida de este pintor fue estudiada a fondo por su sobrina María Jesús Soler.
Maestro del dibujo y del color
Pero , ¿qué se decía de Rigoberto Soler en la prensa española de su tiempo?
Vemaos. Pues en La Esfera, una revista ilustrada editada en Madrid desde 1914 hasta 1931, el 5 de junio de 1926 apareció una fotografía de lo que sería uno de sus cuadros más célebres, titulado Idilio en Ibiza. En el artículo, su autor, José Francés y Sánchez Heredero, amigo de Anglada Camarasa y de Zuloaga y traductor de escritores del nivel de Arthur Conan Doyle y Edgar Allan Poe, señala que «Rigoberto encuentra en Ibiza su voluptuosidad colorista de Levante» y elogia el cuadro por su «barroquismo plano y mirífico, una fuerte maestría del dibujo y color, embriagados de su propia energía».
Así mismo, Francés repasa, en el mencionado reportaje, los cuadros más importantes de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Entre ellos hay verdaderas obras maestras que ya han pasado a la historia como La visita del obispo del pintor, grabador y escritor expresionista madrileño José Gutiérrez-Solana, o Los monjes del pintor onubense Daniel Vázquez Díaz, lo que demuestra que en esa exposición no exponía cualquiera y que Rigoberto Soler ya era un pintor consolidado.
Por su parte, en La época, un periódico conservador vespertino, publicado en Madrid entre 1849 y 1936, se publicó un artículo en 1929 donde también se hablaba del pintor de Alcoy. En él leemos que en la Exposición Permanente de Arte de Levante, que organizaba el Patronato Nacional de Turismo, «van a participar pintores importantes de todas las zonas de España, entre ellos Rigoberto Soler, y que en el caso de Ibiza se podrán ver en la misma lienzos de los pitiusos Narcís Puget y de Mariano Tur de Montis».
Nadie la conoce, nadie la visita...
Ese mismo año y también en La Esfera aparece el nombre de de Rigoberto Soler y de Narcís Puget (Eivissa, 1874 - Santa Eulària del Riu, 1960).
En este caso, Silvio Lago, que era el pseudónimo de José Francés, firma un largo artículo en el que reproduce dos de sus cuadros (La fiesta del pueblo y La procesión del Corpus) y lo define por su «cabeza de hombre de otra época y su rostro encalidecido por otro sol».
Después, Puget se despechó a gusto con Francés y le comentó al escritor que «Ibiza es la isla más pequeña de las Baleares por su extensión –dice–; pero la más grande por sus interesantes costumbres, sus típicos u originales trajes y por sus bellezas naturales. Nadie la conoce, nadie la visita, y todos ignoran que España tiene en una roca en medio del mar que brilla más (…) que los diamantes más valiosos».
Mientras, en el artículo también hace referencia en su crónica a «un pintor joven y ya gran valor de la pintura española». Es Rigoberto Soler, de quien dice «que manda constantemente obras a Madrid, Barcelona y América».
Sin embargo, hay que esperar a 1930 para ver un amplio reportaje sobre el pintor alcoyano. Es la revista La Estampa, de carácter cultural y de tirada semanal que estuvo vigente de 1928 a 1938, y su autor es Luis Gil Filloll.
El artículo se titula La pintura conciliadora de Rigoberto Soler y en él llama la atención como su autor no sabe cómo encasillar la obra de Soler, preguntándose si es sorollista o zuloaguista, clasicista o impresionista. Él mismo Gil, que fue autor de sesudos libros sobre el pintor barroco ilerdense Francisco Ribalta o el pintor, acuarelista y grabador catalán Mariano Fortuny, se hace un lío en su crítica artística pero parece que le gustaron los cuadros de Soler que tenían como tema los pescadores ibicencos recogiendo las redes. Y, precisamente, Pescadores de Ibiza es el cuadro que presenta Soler en la Exposición Universal de Bellas Artes, tal y como figura en 1930 en El Liberal un diario matutino madrileño que estuvo en activo desde 1879 a 1939.