Materiales de Construcción Can Curreu es una empresa con amplia experiencia dedicada a la venta de materiales de construcción en la isla de Ibiza. Aunque sus inicios, hace 33 años, fueron en Sant Carles, Can Curreu llega ya a Sant Antoni y Santa Eulària y confía en alcanzar Eivissa y Sant Josep en los próximos cinco años. Al frente está Pedro Marí ‘Curreu', un empresario de los pies a la cabeza que no entiende el negocio si no hay un trato directo con el cliente. Por ello, de momento, no se plantea dar el salto a la venta por internet, ya que prefiere vender todo tipo de suministros y materiales de construcción desde sus sedes para poder, así, solucionar cualquier problema de última hora.
¿Cómo y cuándo nace su negocio?
— Abrimos en el año 1986. Mis padres tenían una tienda en el campo en la que se compraban diferentes productos y entonces venía mucha gente que nos pedía ladrillos para hacer cimientos. Yo, en aquel momento, trabajaba en el bar de la familia y lo dejé y empecé a montar este almacén que hemos ido ampliando. Desde el año 86 estamos trabajando en ello y a día de hoy somos 20 personas.
¿Cuántos eran cuando abrieron?
— Empecé solo yo con otra persona, pero ahora somos 20. El último trabajador entró en enero, pero tengo trabajadores que llevan aquí desde que abrimos la tienda. Lo normal es que el trabajador esté con nosotros entre 15 y 20 años, no se van. Además, hemos abierto más tiendas; una en Sant Antoni, dos en Santa Eulària y, poco a poco, vamos avanzando.
¿Cómo fue el inicio?
— No fue fácil, pero venía de una familia que tenía un bar y una tienda y la gente de Sant Carles y Santa Eulària ya nos conocía. Fácil no fue, por supuesto. Fuimos poco a poco. Ahora tenemos 8.000 metros de patio y empezamos solo con 1.000 y hemos ido haciendo más naves. Ha sido todo un proceso lento.
¿Considera que ahora se dan más facilidades para emprender que cuando lo hizo usted?
— Yo empecé con 31 años aquí. Era difícil y me costó porque en Ibiza había monopolio de esto y no era sencillo. Recuerdo que había cuatro almacenes importantes y tú llegas nuevo y eres pequeño en esta zona de Santa Eulària. Teníamos que traer el material de fuera, de la península, y el transporte era más caro, por lo que era más complicado el proceso. Se trata de ir juntando un grano de arena con otro grano de arena. Yo recuerdo el primer camión que tuve que iba con él a Castellón a comprar azulejo y pavimento, que era lo que mejor trabajábamos, y cargaba el camión y me lo traía a Ibiza. Fue difícil, pero al final se consiguió.
Dice que al traer el material de la península el precio, como es lógico, encarecía. ¿Tuvieron que ajustarlo para ser competitivos?
— Sí, sí. Tenía que ajustarlo mucho, pero claro, en aquella época no había tantos impuestos como actualmente y era más fácil, pero tenía que ajustarlos. Primero trabajaba con muchas personas ibicencas que me pedían hacerles un cuarto de baño o un almacén. Poco a poco, los constructores empezaron a interesarse y a comprar y, claro, hoy en día tengo una clientela de constructores muy importante. Fue costoso y a fuerza de muchos años.
Ahora que puede ver el cambio con perspectiva, ¿cuál es el cambio más notorio que ha notado en estas tres décadas?
— Antes te hacían un pedido y como sabían que las cosas venían de la península, nadie ponía pegas por esperar 15 días. A día de hoy, la gente hace un pedido por correo electrónico y lo quieren ya. Esto ha cambiado mucho y eso que tenemos un servicio muy muy bueno porque tenemos varios camiones que salen de la península todas las semanas y ofrecemos un servicio casi de 48 horas. Antes la gente sabía que tardaba; ahora lo quieren para mañana, ni siquiera para dos días.
En este sector, ¿ha afectado la venta ‘on line'?
— Algo sí, aunque a nosotros no tanto como a otros negocios más grandes. Yo tengo una clientela que, además de ser clientes, son amigos y conocidos de toda la vida. Entonces no compran así, son más de venir y tratar con nosotros.
¿Se han planteado dar el salto a la venta por internet?
— De momento no, no nos lo hemos planteado, pero no digo que no lo tenga que hacer. De momento no está previsto.
En el momento de la crisis el sector de la construcción fue uno de los más perjudicados. ¿Cómo les afectó?
— Desde que estoy aquí he vivido como tres crisis, pero sinceramente aunque no aumentaron, lógicamente, las ventas durante la crisis, tampoco bajaron; se mantuvieron. Realmente no lo noté como pudieron hacerlo almacenes más grandes que tienen más movimiento.
Estos dos últimos años que ya se ha estabilizado este tema, ¿ha notado un repunte en las ventas?
Ahora estamos funcionando mejor, de momento. El año pasado fue un buen año, pero las previsiones para 2019 están por ver. Nosotros trabajamos mucho en invierno y en verano tenemos una pausa de dos meses en los que hay poco trabajo. De momento el invierno ha sido bueno, pero tengo la impresión de que el próximo invierno, no sé, va a ser menos bueno.
¿A qué se debe esta impresión?
— Es algo que no sé por qué, pero creo que va a ser así. Por lo que veo en las noticias parece que los ingresos no avanzan, pero no sé hasta qué punto. Eso sí, ojalá me equivoque y siga igual.
Como en cualquier negocio imagino que tendrá clientes de diferentes sitios. Aún así, ¿la mayoría son de la isla?
— Yo creo que de Ibiza son el 50 o 60 %. Trabajamos también mucho con alemanes, ingleses y franceses que tienen una segunda vivienda en el norte de la isla.
Ahora que todo el mundo está poniendo a punto sus negocios de cara a la temporada de verano, ¿se nota que mucha gente quiere hacer reformas?
— sí, sobre todo lo que son reformas pequeñas. Lo que sí que para es la actividad de obra grande porque no se puede hacer en verano y baja, pero lo otro ahora, a partir de mayo, incluso aumenta.
¿Cuál es la venta más grande que han hecho?
— El edificio de Los Almendros, en Siesta; entre el pavimento, azulejos y griferías servimos material para 82 viviendas.
Como en cualquier trabajo, habrá altibajos, pero ¿qué es lo más satisfactorio?
Para mí lo mejor es tener un contacto directo con la gente. Yo estoy aquí 10 horas diarias y hablo con el constructor, con su chofer, con los operarios, visito algunas obras y estoy en contacto con ellos. Solucionamos los problemas si falta algo e intentamos responder lo más rápido posible.
¿Se puede decir que el trato directo con el cliente ayuda para que vuelva?
— Por supuesto. Si les tratas bien y haces bien el trabajo, cuando vayan a hacer una nueva obra o reforma van a volver a ti.
¿Y qué es lo peor?
— Lo peor es, sobre todo, cualquier problema que surge respecto a los impagos. Siempre hay quien te paga mal, te paga poco o no te paga. Eso también pasa. Cada año se van acumulando bastantes recibos pendientes de cobrar, pero creo que pasa en todos los negocios. Sí que es verdad que en materiales de construcción pasa mucho. Viene un constructor, empieza con la obra y luego, o bien porque su cliente no le ha pagado o por lo que sea, te quedan picos por ahí que no cobras.
¿Qué hacen en este tipo de situaciones?
Normalmente yo siempre soy una persona muy confiada con la gente y te fías, pero luego te engañan.
¿Recuerda alguna anécdota sobre alguna deuda que haya acabado bien?
— En estos 33 años he tenido clientes a los que les he fiado un material porque no podían pagarlo y después de uno o dos años han vuelto a pagármelo todo y me han traído un ramo de flores o una botella de cava. Y piensas: ‘mira, bueno, por lo menos te lo pagan y tienen un detalle'.
¿Les ha pasado que les hayan hecho un pedido y luego no tuvieran licencia para construir o hacer la reforma?
— Sí, nos ha pasado con mucha gente. Han hecho el pedido y cuando les hemos avisado de que el material ya había llegado y podían venir a buscarlo, nos han dicho que no les habían concedido la licencia y que tirásemos el material para atrás.
¿Qué pasa con ese material? ¿Tienen facilidad para poder devolverlo?
Se podría devolver a la península, pero los costes que tiene hace que ya no nos interese. Lo dejamos aquí e intentamos hacer alguna oferta o algún tipo de descuento para venderlo.
¿Considera que hay mucha obra ilegal en Ibiza?
— Creo que cada vez bastante menos, alguna se hará seguro, pero la gente cada vez es más consciente de que tiene que tener unas licencias y unos permisos para poder acometer obras. También tiene que ver que cada vez se vigila más eso.
Can Curreu es, claramente, nombre de negocio familiar. Cuando usted se jubile, ¿la empresa seguirá en manos de la familia?
— Sí, sí. Tengo un hijo que trabaja aquí con los camiones y seguirá con la empresa. Esta es la idea porque él está muy animado.
¿Planes a corto-medio plazo?
Mi idea es abrir otra tienda en Ibiza ciudad y otra en la zona de Sant Josep en cuatro o cinco años. Tengo pensado hacerlo antes de jubilarme porque hay mucha demanda y estamos muy bien y las tiendas que tenemos, en Sant Antoni y en Santa Eulària, están funcionando muy bien.
Esto, además, generará nuevos puestos de trabajo.
— Exacto, permitirá que trabajen cuatro o cinco personas más.