La playa de Santa Eularia apareció ayer plagada de unas pequeñas pastillas entre el azul marino y el azul real. Si uno se acercaba a observarlas su apariencia era viscosa y sobre ellas había una pequeña vela traslúcida. Si uno se atrevía se podían coger, tocar y tirárselas a alguien a la cabeza sin más problema que su tacto algo grimoso.
Miles de velella velella, como se llama este ser, acabaron ayer en la arena de la playa urbana de Santa Eulária y otras del norte debido a las corrientes. No es la primera vez que sucede, dado que es una especie que vive en el Mediterráneo. Sin embargo su color vistoso atrajo ayer la curiosidad de los residentes y turistas que paseaban por la zona.
Se la conoce popularmente como medusa velero, aunque no se trata propiamente de una medusa sino de un hidrozoo, una colonia de seres cuyos individuos están especializados en mantener viva la colonia. Se desplazan gracias a la fuerza del viento que impulsa la vela que sobresale de la parte flotante de la colonia.
Estas dos características coinciden con las de la temida carabela portuguesa, sin embargo la velella velella no «representa ningún peligro para el ser humano», indicó la oceanógrafa Verónica Núñez. Las toxinas que utilizan en sus tentáculos para inmovilizar a pequeños seres no pueden atravesar la piel y solo provocarían alguna reacción en contacto con los ojos o con alguna herida.
Es por ello que la playa no se cerró al baño, según explicaron desde el ayuntamiento de Santa Eulària.