Charo Ruiz llegó a Ibiza a finales de los setenta y, se puede decir, que fue de rebote ya que la idea inicial era ir a Mallorca. Aunque al llegar abrió un chiringuito de playa, pronto se dio cuenta de que la idea no cuajaba y apostó por vender camisetas y pantalones unisex. Sus prendas tuvieron tanto éxito que decidió dedicarse a ello. A día de hoy, su mayor producción se hace en Estados Unidos, aunque ella sigue viviendo en Ibiza, único sitio donde la diseñadora tiene tiendas físicas para vender su producto y su preciado taller en Sant Jordi, donde diseña sus colecciones. Trabajadora, humilde y con una sonrisa característica, Charo Ruiz solo pide salud para poder seguir trabajando en la moda.
¿Cuándo se inició en el mundo de la Moda Adlib?
—Cuando yo me inicié lo hice de una forma muy simpática. Vino la princesa Smilja, que era quien llevaba Adlib aquellos años. Me incitó a participar porque le gustaban mis diseños y me preguntó a ver si podía participar. Esto fue en el año 95 y había mucha expectación porque venía José María Aznar, que aún no era presidente. Al año siguiente salió como presidente de España y fue un momento ‘histórico' en mi unión con Adlib.
¿Por qué ya no participa en sus desfiles?
—Yo nunca he decidido no formar parte de Moda Adlib. En el momento en el que empecé a desfilar hasta los siguientes años, ha habido alguno que no he podido. Me acuerdo de un año en el que ya tenía todo el patronaje, me tenía que llegar un tejido italiano para la colección que era precioso, pero no me llegó y no pude presentarla. Otros años he estado fuera y estos últimos años tenemos muchísimo trabajo, sobre todo en Estados Unidos; es un punto importante, exigente y difícil en el que hay que estar muy encima. A esto se suma que hago cinco colecciones en temporada, con lo cual me es prácticamente imposible sacar una colección para sacarla en Adlib.
¿Cuánto trabajo hay detrás de cada colección?
—Una colección, por pequeña que sea, te puede llevar desde dos a cuatro meses pulirla. Estamos trabajando de colección en colección, no hay tiempo porque son colecciones muy trabajadas. Buscamos siempre que el modelo salga perfecto y eso lleva mucho trabajo.
¿En qué año empezó a diseñar?
— Llegué aquí en el 77 y venía con mi pareja. Es muy gracioso cómo mi pareja descubrió Ibiza. Él estaba estudiando en Barcelona, estudiaba Turismo, y quería ir a Mallorca. Cuando llegó al puerto vio que había dos barcos. Antes se subir, vio que en uno había familias con niños y parejas de recién casados que iban de luna de miel; en el otro vio que se subía gente joven, gente hippie con guitarra… y entró corriendo y preguntó a dónde iba ese barco. Le comentaron que iba a Ibiza y les dijo que le cambiaran el billete que quería venir a Ibiza. Entonces vinimos aquí por rebote y montamos un chiringuito en segunda línea de playa en ses Salines. Al estar en segunda línea no iba muy bien; éramos dos pardillos muy jóvenes que hacían bocadillos y zumos naturales. De hecho, lo que yo hacía eran tortillas de patata y ensaladas. Total, que no vendíamos mucho. En ese momento, como yo venía de Barcelona y era modelo en aquellos años, se me ocurrió hacer un pantalón y una camiseta unisex para ponerlo en el chiringuito. En aquellos años, las camisetas que se hacían de Ibiza tenían un mapita de Santa Eulària, Cala Sant Vicent… y decidí hacer camisetas en las que pusiera solo ‘Ibiza' en grande y de muchos colores. Entonces, los turistas lo veían y lo compraban. Ahí nos dimos cuenta de que lo nuestro iba a ser la moda. Ese año decidimos terminar con el chiringuito y el año siguiente saqué una colección más estructurada con camisitas, vestidos playeros… y vendíamos en escala. Éramos los únicos porque por aquel momento venían los hippies de la India… y traían sus cositas para vender, pero nosotros éramos los únicos que vendíamos de seguido en la isla. Estuvimos cinco años que vendíamos mucho. Trabajábamos solo un día a la semana y con esto teníamos para toda la semana.
¿Se puede decir que le inspira Ibiza a la hora de diseñar?
— Ibiza siempre es un poco mágica, estamos en un lugar especial, pero yo me inspiro mucho trabajando. Yo cojo mi busto, mis guipures… y ahí empiezo a dar forma a lo que después va a ser la prenda. Yo me inspiro mucho en el trabajo.
¿Hay mucha rivalidad en este sector?
— No hay rivalidad, hay mucha competencia. Las boutiques y algunas firmas locales copian todo lo que pueden y más, pero también hay grandes firmas como Victoria Secret que un año me copió hasta cinco modelos. Pero te diré que a mí no me preocupa demasiado porque es mejor que te copien a que tú copies. Además, quien quiera comprar un vestido de Charo Ruiz no va a comprar una copia.
¿Por qué decidió poner su nombre como marca?
— Yo empecé en el 78. En esa época mi pareja era brasileña y decidimos poner a la marca el nombre ‘Ipanema', que sonaba muy tropical y muy bien. Estuvimos unos años con este nombre, pero luego lo cambiamos a ‘Ibz'. Después decidimos ponerle ‘Charo Ruiz' y ya hace 30 años de eso.
¿Cuál es el secreto para aguantar tantos años al pie del cañón en un sector tan complicado como es el de la moda?
— Trabajar bien. El secreto es ser honesto con la gente y no engañar a nadie. Nosotros intentamos siempre que nuestras colecciones estén perfectas y que sienten bien a cualquier mujer que se vaya a poner un vestido de Charo Ruiz.
Ahora, ¿qué momento está viviendo el sector en Ibiza?
—En este momento hay muchos diseñadores jóvenes que lo están haciendo muy bien. Además, la Moda Adlib la están llevando muy bien gracias a la vicepresidenta segunda del Consell, Marta Díaz. Yo creo que eso a la gente joven le aporta mucho porque es una plataforma para que tus modelos salgan fuera de la isla.
Hablando de salir fuera, ¿hasta dónde han llegado sus diseños?
—Nuestro cliente más importante, ahora mismo, es Estados Unidos. También vendemos en Reino Unido, Rusia, Croacia, en Europa en general y en nuestras tiendas en la isla.
Las redes sociales juegan un papel fundamental a la hora de darse a conocer y cada vez son más las famosas que visten sus diseños. ¿Cómo fue que Cristina Pedroche diera el ‘campanazo' con un vestido de Charo Ruiz?
—Aquello fue un ‘boom'. Malena Costa se puso ese vestido para una ocasión especial y Cristina lo vio y le encantó. Se puso en contacto con nosotros y lo quería en color azul para que fuera distinto. Le hice el azul y el negro porque consideraba que el negro era más elegante. Y le mandamos los dos vestidos. Ese año me fui a pasar el fin de año a Marruecos y estaba en un punto perdido en el que no había cobertura. Pensé: ‘A ver si se ha puesto el vestido', pero no podía llamar a nadie. Mi sorpresa fue al volver cuando mi equipo me puso al día de todo lo que se había formado con el vestido. Y me hizo muy feliz. Esto lo quieres hacer y no hay dinero que lo pague. Para Cristina y para mí fue un bombazo.
Respecto a la gente que lo criticaba porque decía que no era un vestido apropiado para la ocasión, ¿qué problema cree que puede haber en que una chica se ponga un vestido con transparencias?
—Ese tipo de transparencia que tenía el vestido era muy elegante, no iba desnuda. La gente tiene que hablar y criticar, forma parte de esto. Me interesa que hablen y obviamente no puedes gustar a todos.
¿Ayuda tener presencia física en Ibiza a que la marca sea más conocida?
—Sí, claro. Sobre todo porque nosotros en tienda tenemos a muchas clientas que son también embajadoras de la tienda. Esto ha ido surgiendo sobre la marcha y que las famosas lleven nuestras prendas es una publicidad fabulosa.
¿Planes a partir de ahora?
—Tenemos muchos, pero hay dos concretos para este año. Hemos hecho una colaboración con Pacha ‘Flower Power Charo Ruiz' que ya está en las tiendas y que se va a vender muy bien porque es una colección muy fresca. Estamos también con una colección de niña, que ya había hecho hace años y lo dejé, y lo he recuperado. También es para Estados Unidos y está teniendo mucho éxito.
En este sentido, ¿ha cambiado la forma de vender? ¿Se produce todo en Ibiza?
— Aquí no se hace todo porque trabajamos mucho fuera. Antes teníamos muchos clientes en España, pero eso ha cambiado. La venta online y las grandes marcas se han cargado hasta el 80 % de las boutiques de mi época. Aquí lo que hacemos siempre son colecciones, novia y comunión, pero la producción se hace en Portugal en talleres que trabajan con grandes marcas.
¿Cuánta gente estáis trabajando ahora?
— Cuando yo empecé éramos la patronista, la modista y yo. Mi pareja era el contable y había una secretaria. En ese momento trabajábamos en toda la isla. Ahora, con las personas que tengo en Barcelona, somos casi una treintena de trabajadores en la empresa.
¿El mayor sueño que le queda a Charo Ruiz por cumplir?
— Seguir trabajando, tener salud, hacerlo cada día mejor y me encantaría que mis hijos, que trabajan aquí y mi nieta que es pequeñita, en un futuro tuvieran una empresa importante aquí. Ese sería mi sueño, la continuidad de la empresa. Ahora estamos en un momento fantástico donde nos conocen en muchos lugares del mundo.
¿Se puede decir que ahora es el mejor momento, a nivel de marca, que están viviendo?
—Sin lugar a dudas. Como marca es el mejor, digo. En cuanto a ganar yo no diría tanto (risas).