El sistema de control de acceso a Dalt Vila mediante cámaras «es un coladero». Este es el principal problema del barrio, entre muchos otros, que llevó el pasado jueves a los vecinos de Dalt Vila a reunirse para exigir soluciones al Ayuntamiento de Vila.
En teoría en la actualidad el acceso está restringido salvo a vehículos autorizados, pero se quejan que «desde mayo es complicado aparcar» por la gran cantidad de coches sin autorización que acceden. Temen que la situación se agrave en julio y agosto.
Así lo explica Carlos Martorell, vecino de Dalt Vila, que se ha erigido como portavoz de un movimiento vecinal que nació de la convocatoria de Alejandra Llobet. A la misma asistieron una treintena de vecinos y comerciantes que plantearon sus quejas para hacerlas llegar a la municipalidad. «Dalt Vila está indignada» afirma Martorell.
Problemas de movilidad
Si bien indica que el acceso «descontrolado» ha incrementado los problemas en la zona, manifiesta que esta no es la única queja respecto a movilidad.
Piden que se recupere el acceso por detrás de la plaza del Parque, dado que ahora mismo la entrada por Avenida España «supone recorrer un dédalo de calles que no es más que una complicación». El cambio en el modo de acceso «ha sido un horror para los vecinos», dice Martorell.
En cuanto a la accesibilidad a Dalt Vila para la gente que no vive en la zona, proponen retomar el autobús lanzadera desde Vara de Rey a la Catedral, que se modificó para poner en marcha una ruta que recorre toda la ciudad. «Hacer este recorrido (Vara de Rey-Catedral-Vara de Rey) supondría una mayor frecuencia, se podría poner un autobús más pequeño y se evitaría mucho tráfico».
Tampoco entienden la instalación de los semáforos en ámbar frente al Teatro Pereyra, que dicen que únicamente «lían a los conductores» y han sido un «malgasto del dinero de los contribuyentes».
Otra de las quejas que surgió de la reunión fue la continua sucesión de evento por los que se obliga a los vecinos a retirar sus vehículos sin darles una alternativa de aparcamiento. «Continuamente hay maratones, procesiones, grabaciones de películas, mercados, conciertos...nos encontramos el aviso para quitar el coche, pero ¡también somos contribuyentes! ¿Qué hacemos con el coche? Deberían darnos una opción».
En particular piden que se dejen de realizar los eventos de música electrónica en Dalt Vila, que Martorell indica que «solo generan follón» y además «llenan todo de basura y dejan la zona patrimonial hecha una porquería».
También solicitan que se retiren los pilones que hay en la calle sa Carrossa y los maceteros situados frente al Museo de Arte Contemporaneo de Eivissa para recuperar espacios de aparcamiento.
Sa Carrossa
Otro de los aspectos tratados en la reunión fue el mal estado de la calle Sa Carrossa, donde hay un edificio en ruinas desde hace 20 años sin que en todo este tiempo se haya hecho nada.
Indican además que en esa misma calle los jardines de la zona peatonal están descuidados y existen dos tocones de palmeras que deberían cambiarse «por otros árboles autóctonos».